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El intelectual como bufón (Carlos Javier Bugallo Salomón)

Cuando estalló el escándalo de la estafa financiera de las ‘preferentes’, el economista José Carlos Díez se encargó de difundir en la Cadena Ser la “mot d’ordre” -la consigna- que convenía a los banqueros y al poder: los jubilados habían sido víctimas de su propia codicia, y ellos solos eran los responsables de lo que había ocurrido. Adiviné al instante que este sujeto más pronto que tarde ocuparía un lugar destacado entre los ‘intelectuales’ oficiales, y no me equivoqué: enseguida encontró una tribuna privilegiada en el nuevo periódico de la banca española: El País, del grupo Prisa.

Cuento esto para ilustrar con un ejemplo concreto y actual lo que el ilustrado Denis Diderot (1713-1784) nos advirtió en su genial obra El sobrino de Rameau, que leí en mi juventud y que acabo de releer: a saber, que siempre habrá personas cultas, incluso de fina sensibilidad, dispuestas a venderse al mejor postor, sin que ello les suponga ningún cargo de conciencia. Para Diderot, en efecto, el progreso intelectual y artístico no tiene por qué venir acompañado del progreso moral.

Estas son algunas de las sentencias que podemos leer en su libro, cuya lectura resulta muy recomendable:
- "Todo lo que vive, sin excepción, busca su propio bienestar, a expensas de lo que sea."

- "En la naturaleza, todas las especies se devoran; en la sociedad, son las clases las que se devoran las unas a las otras."

- "Hágase lo que se haga, cuando uno es rico nunca pierde la honra."

- "Hay que adular, maldita sea, adular; frecuentar a los grandes de este mundo; estudiar sus gustos; prestarse a sus caprichos, servirles en sus vicios; aprobar sus injusticias. Ese es el secreto."

- "Rameau tiene que ser lo que es: un alegre bribón en medio de opulentos bribones; y no un virtuoso."

- "Cuando se sirve a los grandes, no hay mejor empleo que el de bufón."

- "No hay en todo el reino más que un solo hombre que camine rectamente, el soberano. Todos los demás adoptan posiciones."

Además de Diderot, el también filósofo Friedrich Nietzsche insistió en algo parecido cuando afirmó: "El saber muchas cosas y el haber aprendido muchas cosas no son, sin embargo, ni un medio necesario de la cultura ni tampoco una señal de cultura y resultan perfectamente compatibles, si es preciso, con la antítesis de la cultura, con la barbarie..."; a lo que apostilló: "...el saber tiene que volver contra sí mismo su propio aguijón."

(Espacio Público)