Más de 11.000 entradas y 1.050.000 visitantes desde el 9 de octubre de 2011

La carne al peso y el embutido dan el protagonismo al producto

Un establecimiento con personalidad propia, basado en una oferta monoproducto y una materia prima de excelente calidad pero sin grandes pretensiones que encarezcan el producto es la propuesta gastronómica con la que el hotel Alexandra espera conquistar al cliente barcelonés.

El restaurante Solomillo, con entrada independiente al hotel y concebido por el empresario de la restauración Enrique Valentí, es un establecimeinto cuya propuesta gira en torno al solomillo, del que ofrece cuatro tipos de carnes diferentes -Salers (ecológica), Black Agus Nebraska, Frisian y Rubia Gallega- y varios gramajes a elegir según el apetito y el presupuesto del comensal, quien además puede escoger el acompañamiento que prefiere entre una variedad de ensaladas, patatas preparadas de diferentes maneras, verduras, y lo que han llamado «un poco de todo», como macarrones. Carolina Borrell, directora del hotel, señala que «en la carta hay un comentario sobre cada tipo de carne y además nosotros orientamos al cliente».

El concepto por el que apuesta este restaurante es el de compartir, una fórmula que explota sobre todo a partir de las tablas de embutidos, que también se pueden degustar en la charcutería que se encuentra en el piso inferior, a pie de calle. «Al restaurante se entra por la charcutería, que ofrece producto ibérico, así como local catalán y quesos», explica Borrell, quien quien señala que «esta oferta es un inicio o continudidad en la degustación del solomillo».
Así en la charcutería, abierta también a la venta, se ofrecen cinco tamaños diferentes de tablas con propuestas concretas, aunque el comensal también tiene la opción de diseñar la suya propia. «Es una oferta basada en el producto, una oferta gastronómica visual», destaca el director del restaurante Javier Julià, ya que todo el producto está expuesto, un producto que se manipula al momento y que se presenta acompañado por pan, ya sea de cristal o bien al estilo hogaza. De esta manera, el cliente puede optar por comer en el restaurante o simplemente catar los productos de la charcutería en la barra o en la gran mesa a compratir de este espacio, en el que ya se anuncia el ambiente típico de braseria que se respira en el restaurante, ubicado en la planta superior. «Hemos querido recrear el ambiente clásico de braserie con muebles de ahora, todo made in Spain», apunta Carolina, quien en este sentido destaca el original detalle de colocar sobre un mantel de tela, otro de papel, en el que el camarero anota el punto de cocción de la carne elegido por el comensal. «Es un ambiente clásico renovado en cuanto a la decoración, con mucha madera», indica la directora del hotel, quien menciona además el estilo informal del uniforme del personal -tejano y delantal de lino- y la original vajilla, de cuatro tonos diferentes.

Además, la oferta del restaurante se complementa con la terraza del hotel, ubicada en un patio de manzana, donde el comensal puede tomarse una copa de sobremesa o el café durante todo el año. «Queremos que venir al Solomillo sea una experiencia completa: la charcutería, el restaurante y la terraza», indica al respecto Javier.

(Ángela Lara, La Razón)