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Ceuta, "cárcel dulce" (Paula Domingo)

Asociación ELIN

Testimonios de personas inmigrantes:

“Aquí, mirando la frontera, uno es consciente del límite entre el Norte rico y el Sur pobre”

“Cuando te levantas por la mañana leyendo que un subsahariano se ha ahogado en la costa ceutí, y a la tarde presencias el abrazo emocionado entre una mujer y su marido que acaba de pasar la valla, entiendes que algunas muertes tienen sentido, aunque nunca debieron ocurrir”

“Miro al horizonte y veo la Península tan cerca, que dan ganas de echarse al agua y salir nadando, pero sé que de aquí no puedo salir. Ceuta es como una cárcel, una cárcel “dulce”.

Ese calificativo de “cárcel dulce” define muy bien en qué se ha convertido Ceuta en los últimos años. En sí misma, la ciudad, es como un enorme centro de retención, con una valla de 8 km de longitud y 6 metros de altura con cuchillas que cortan hasta matar, por un lado, y por otro, las aguas del Estrecho, en las que se divisa la Península a lo lejos solo a 22 kilómetros. Que esto sea así no es casualidad.

El motivo de que el Gobierno español mantenga sin ninguna expectativa de pasar a la “gran España” a los inmigrantes y refugiados que llegan a Ceuta, reteniéndoles en ocasiones hasta 4 años, responde a otro de los instrumentos fundamentales que España y Europa han ido desarrollando con gran esfuerzo e interés en estos últimos años en su política migratoria de control de los flujos migratorios y externalización de fronteras.

Ceuta, minúsculo territorio español en tierra africana, es (como su gemela Melilla) una ilustración típica de las absurdas inhumanidades que acarrea la externalización de fronteras en marcha. En este caso, la UE instó a España a evitar por cualquier medio la entrada de migrantes extracomunitarios, y a tratar severamente a quienes lo lograran. A su vez, España exige a Marruecos que detenga en origen los intentos de intrusión. Haciendo de gendarme de las políticas europeas, maltratando, persiguiendo y torturando a los inmigrantes y refugiados hasta causarles heridas de gravedad que en algunos casos les ocasionan la muerte.

Los que sobreviven a esta persecución y al fin logran entrar en Ceuta cruzando el muro de 8 kilómetros, llegan heridos y bastante veces mutilados los dedos de las manos o con roturas en la columna al caer al suelo. Otros logran pasar por el mar, en pequeñas embarcaciones nada seguras donde algunos lo consiguen y otros mueren. Son más de 300 los inmigrantes que encontraron la muerte en la frontera y en el mar de Ceuta y están enterrados en el cementerio sin nombre, solo con un número.
Pero a pesar de haber entrado en Ceuta, si la Guardia Civil les coge en la frontera pueden ser devueltos a Marruecos a través de lo que se llama “ devoluciones en caliente”. Estas devoluciones en caliente se están haciendo en Ceuta desde hace 20 años, pero hace unos años han sido legalizadas por el gobierno vigente. De modo que España puede echar fuera de su territorio a los inmigrantes que no le convienen de manera “legal” y eficaz. Sin respetar los acuerdos internacionales.

Su estancia una vez en Ceuta tampoco es fácil. No pueden trabajar, ni empadronarse, solo esperar. Esto es como un limbo para ellos, no pueden salir a la Península hasta que el gobierno lo decida, o les deporte a su país. Cada noche sufren la angustia de poder ser detenidos por la policía en el centro que residen para ser deportados. Años enteros de sufrimiento y penalidades, que se ven truncados ante las leyes cada vez más restrictivas para las personas inmigrantes y refugiadas.

Ante esta realidad, desde la Asociación ELIN alzamos nuestra voz para que sus derechos sean respetados, para denunciar las injusticias, sensibilizar a la población y acompañar a todos, inmigrantes y refugiados, que pasan por nuestra casa. Trabajamos también en red con organizaciones, asociaciones e instituciones que están en la misma línea, de España y fuera de España.

El nombre de ELIN es un nombre que recoge muy bien la filosofía y el hacer de esta asociación. Es el nombre de un oasis que está en el libro del Éxodo al final del capítulo 15. El texto nos cuenta que cuando el pueblo de Dios iba en busca de la Tierra Prometida cansado y sediento, llegó a un oasis llamado ELIN, un lugar donde pudieron reponerse del cansancio y coger fuerzas después de un camino muy duro, un lugar de paso donde reponerse y continuar. Y es así, ELIN es un lugar donde los inmigrantes y refugiados que llegan a Ceuta vuelven a recuperar la esperanza de su aventura, donde reponen fuerzas para seguir y conseguir su sueño, el de la tierra prometida con una vida más digna.

Y no estamos solos, son muchos los voluntarios y voluntarias venidos de diferentes partes de España y de Europa que comparten nuestra misión, haciendo posible un “Encuentro sin Fronteras” sintiéndonos un gran familia donde se dan las relaciones de igualdad, compartiendo lo mejor de nosotros mismos y luchando por un mundo más justo, creando puentes y derribando fronteras.

(Novus Orbis, El Diario)