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En las entrañas del Mediterráneo

El reciente número de la revista 'Blanco Móvil' dedicado a la literatura catalana es punto de partida para pensar la interminable relación entre las lenguas dominantes y las minoritarias, su contexto político, económico, social y la identidad de sus literaturas

Hace un par de años, en la presentación de una antología de poesía catalana, hablé de eso que se ha llamado la normalización lingüística. La poesía catalana del siglo XX se enfrentó a partir de cierto momento, y sobre todo en el siglo actual, a la necesidad de ser valorada por ser poesía y no por ser catalana. Yo creo que en el número 136/137 de 'Blanco Móvil', dedicado a la literatura de esa lengua, se trata de esto: ya no se insiste tanto en reivindicar el idioma sino su contenido literario, lo que en el fondo es una manera más profunda y duradera de reivindicar la lengua.

Veámoslo así: toda lengua es un vehículo para la poesía. No hay ninguna que no la tenga. ¿Cómo entender esto en un contexto de lenguas dominantes? Las lenguas son, desde luego, históricas y eso significa que nacen, envejecen y mueren. Su muerte puede venir de hechos políticos diferentes: el derrumbe del imperio roma, que hizo del latín el soporte de su dominio, trajo las lenguas romances. La conquista de América trajo la desaparición de muchas lenguas y la condición de sobrevivencia de muchas otras, habladas por comunidades minoritarias.

En el caso particular del catalán llaman la atención varias cosas: su gran protagonismo en la Edad Media, su poder creativo soterrado durante los Siglos de Oro del castellano, que coinciden con el esplendor imperial, y su resurgimiento a fines del siglo XIX, su edad de plata a mediados del XX y su aparente normalización lingüística hoy día. En la modernidad las razones económicas más que las políticas (aunque es muy difícil separarlas) son las que vuelven a una lengua dominante, como se con los ejemplos del chino y el inglés. Esto también vale para el catalán: su renacimiento coincide con el 'boom' económico de Cataluña, tanto a principios del siglo XX, como a finales. Es tal vez la literatura actual en el mundo con una industria editorial más fuerte en correspondencia con el número de hablantes y lectores.
Cuando una revita como 'Blanco Móvil' se acerca a las tres cincuentenas de números, ha creado hábitos tanto buenos como malos. Uno de los buenos es proponer revisiones por lenguas, nacionalidades y geografías. Creo recordar que no es el primero que dedican a la literatura catalana. Y lo hacen con una óptica contextual bastante visible. Hoy, en España, la polémica sobre el independentismo catalán es muy álgida. Por so creo pertinente decir algunas palabras sobre la necesidad de diferenciar entre lengua, literatura y nación o patria. Hay frases que suenen muy bien, por ejemplo, decir que la patria de un escritor es su lengua, pero si leemos bien, lo que dice es que el escrito no tiene patria, no sólo que es un apátrida, sino que desconfía del concepto mismo y en cierta manera lo niega. Porque la literatura es el terreno de la libertad y el de la patria el de la sujeción. Las naciones son formaciones histórica y, como tales, se transforman y cambian y mueren. Lo grave es cuando se inflaman, como en los casos del nacionalismo y el patriotismo. Son perversiones de las palabras y conceptos que les dan origen.

No hay paradoja en decir que detesto los nacionalismos y que sin embargo CAtaluña puede escoger y tiene derecho a la independencia, si así lo deciden sus habitantes, porque el sentimiento de nación ha madurado lo suficiente, tanto como para dejar de ser una ideología y ser un sentimiento. De hecho, en literatura nace mucho que consiguió tener una identidad. Nadie puede dudar de que existe una literatura catalana que, además de estar definida por su uso expresivo de esa lengua, también lo está por una serie de constantes cuya densidad permite calicarla como tal. Eso no excluye que puede haber también una literatura catalana escrita en español, que comparte con la primera algunas características, pero no la de la lengua. Es otro tema de reflexión.

En todo caso, el muestraro que presenta 'Blanco Móvil', preparado por Carles Duarte, Jordi Quer y Jaume C. Pons es amplio y diverso, tanto con autores ya reconocidos, como Frances Parserisas y Miquel de Palol, desde representantes de la gran generación de autores del medio siglo, como Marius Sampere (1928), hasta autores de los años ochenta, un abanico de cincuenta años, una treintena presentada en orden alfabético (tal vez hubiera sido más pertinente hacerlo en orden cronológico, pero eso no resta valor al número.

La reflexión planteada al principio sobre las relaciones entre lenguas dominantes y lenguas minoritarias es, desde luego, interminable, y en cierta manera bizantina, pues más allá de tendencias documentalbes en el comportamiento, el azar y lo imprevisto son elementos muy importantes, a los que se suman algunos de carácter no sólo emotivo sino incluso instintivo y visceral. Pongo un ejemplo para que esto se entienda, precisamente en el marco de la literatura catalana. Hace algunos años publiqué un libro extraordinario de Vicent andres Estelles, 'El cancionero del duque de Calabria', en Ediciones sin Nombre, y a unos amigos valencianos les dije que acaba de aparecer ese tomo del poeta 'catalán' mencionado. Me dejaron de hablar varios meses: no era catalán sino valenciano y escribía en valenciano. Para ellos era una afrenta que me plegara al imperialismo catalán.

Por eso me parece un acierto la portada, con ese diablito, que parece artesanía mexicana, con su pin en inglés: "I am from Mallorca", pues las Islas Baleares consideran también quesu idioma es el "mallorquín", y no soy yo quién para discutirlo. Incluso, hay el caso fascinante del aranés, variante del occitano, que se habla en el Vall d'Aran, por una comunidad de apenas 3 mil personas. Nosotros los mexicanos, que vivimos en un país multilingüe, pero con una lengua dominante evidente, ese español que nos heredóel imperialismo castellano hace cinco siglos, somos muy conscientes del valor de la diversidad idiomática. Todo idioma es en realidad una visión del mundo y toda literatura que surja de ese idioma la plasma en objetos sensibles como son las narraciones y los poemas. Este número de 'Blanco Móvil' es una invitación a descubrir los nuevos territorios de la literatura catalana.

(José María Espinasa, Jornada Semanal, La Jornada)