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Maya (Arcadi Espada)

Es interesante que se cumpla ahora medio siglo de mayo. Al calendario le trae sin cuidado lo interesante, pero a la sociología convencional le importa. Lo que hoy entendemos por 'mayo' (París, Praga, Berkeley) y su decisiva herencia es puramente femenino. La píldora separa el placer de la reproducción e incorpora a la mujer a la propia noción de placer. Si respecto al orgasmo se dispusiera de una herramienta tan eficaz como la del Google Ngram Viewer respecto a las palabras, a partir de los años 60 se detectaría un gran aumento de orgasmos femeninos. Teniendo en cuenta las inevitables simplificaciones del generalismo franco, la del 68 es la primera generación de mujeres con orgasmo.

Es un cambio de plan decisivo. También para los hombres. El sexo era menos interesante con una muerta. A la satisfacción masculina se añade algo que hasta entonces era limitadamente femenino: la posibilidad y hasta el orgullo (tan macho de procurar placer a la interlocutora. Sin embargo, y por lo que llevo leído de prosa conmemorativa, esta flor de mayo no está destacando. Al menos en España, lo cual es comprensible. Una cohorte de victorianas (y victorianos) ordinarias controla que en la política y en los medios no se exponga una idea obscena, atentatoria contra la moral y las buenas costumbres. La cohorte siempre existió. En el propio mayo ya se expresaba diciendo que la pillule ('¡Love Pillule!') era una invención machista ideada por los hombres para poder follar con total irresponsabilidad. Pero entonces no se trataba más que de un grupo leve de lesbianas que defendían con uñas y dientes su cuota de mercado. Hoy la cohorte se ha convertido en la vociferación hegemónica y espero que no se me pregunte por qué, porque tampoco sé responder por qué la mitad de los catalanes se volvieron sandios.
Mi expectación es comprobar en qué reportaje de aniversario se dice ahora que el 68 popularizó (bueno, menos lobos, Concha) el sexo en grupo.

(El Cultural, El Mundo)