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Julio Anguita, razón y pasión (Jordi Guillot)

Tuvo el acierto de definir lo que debería ser una nueva izquierda abierta y no cerrada

Conocí a Julio Anguita personalmente en 1980 en la campaña de las primeras elecciones al Parlament de Catalunya. Anguita, en aquel entonces alcalde de Córdoba, única capital de provincia con regidor del PCE, participó en un mitin en la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat de la cual yo era el responsable del PSUC. Solo saludarle me dí cuenta que era un hombre que no dejaba indiferente a nadie. Gran orador y pedagógico como todo buen profesor. Presumido. Gran conversador, lleno de anécdotas y a la vez hombre reservado. Me contó que ya conocía L´Hospitalet de Llobregat, que había vivido en la ciudad mientras estudiaba su carrera de Historia.

De aquel acto solo recuerdo tres cosas: verlo atusarse el pelo en el reflejo del vidrio de un escaparate, una intervención que reflejaba su análisis y propuestas a partir de unos comentarios sobre la figura del general romano Escipión el africano, y la gente aplaudiendo a rabiar. Allí descubrí los secretos de los liderazgos fuertes.

A pesar de no haber nacido en Córdoba, sentía profundamente la ciudad hasta el punto de definirse como seguidor del filósofo Séneca, otro insigne cordobés. Su senequismo, me decía, se basaba en entereza de espíritu, austeridad y rigidez moral. Tres principios que le acompañaron a lo largo de su vida.
A la vez que Julio era reelegido alcalde de Córdoba en 1983, el PCE y el PSUC atravesaban una de las peores crisis políticas, electorales y organizativas de su historia. Las rupturas y la irrelevancia electoral nos dejaron fuertemente noqueados. En el oscuro páramo que atravesábamos aquellos años, la nueva hoja de ruta para recuperar a la izquierda provino de Andalucía y su impulsor fue Julio Anguita.

Su proyecto de “Convocatoria por Andalucía” en 1984 no solo daría pie a Izquierda Unida en 1986 también a Iniciativa per Catalunya Verds en 1987. Sí, también a ICV. A los pocos meses de ser elegido Rafael Ribó nuevo secretario general del PSUC, propuso mandar a uno de los principales dirigentes, Jaume Bosch, a Andalucía para empaparse del nuevo proyecto. A su vuelta, y no me cuestan prendas reconocerlo, empezamos a construir ICV a partir de las experiencias andaluzas. Y también me atrevo a afirmar que, treinta años después, el mismo 15-M se inspira en esta experiencia.

¿Por qué Julio Anguita con la propuesta de Convocatoria por Andalucía marca un antes y un después para el conjunto de la izquierda no socialista española? Por distintas razones. La primera, por su apuesta por la creación de marcos horizontales de participación política frente a la rigidez partidaria. La segunda, por la defensa de espacios plurales que permitieran la confluencia de diferentes sensibilidades políticas y en el que el punto de encuentro fuera el programa; esto explica su obsesión de “programa, programa, programa”.

Y la tercera, y siempre de más difícil cuestión, por la exigencia del necesario y constante reequilibrio entre partido de lucha y partido de gobierno. Seguramente muchos de los participantes de las próximas asambleas de Podemos o dels Comuns no conocen “el documento de las amapolas” que inspiró Julio Anguita en 1984. Si lo leen descubrirán que algunos de los llamados nuevos debates, como mínimo tienen ya treinta años de antigüedad. Creo que este es su gran legado. Tuvo el acierto de definir lo que debería ser una nueva izquierda abierta y no cerrada.

Después vino el día a día, la gestión concreta de la política y nos fuimos distanciando hasta romper en lo personal y en lo político. Era, Julio, un buen aliado, pero un difícil adversario. Su máxima, frente a lo que él creía que no tenia solución, era sencilla pero implacable. Como una vez me dijo, en medio de una de las múltiples crisis de relaciones que tuvo con ICV, prefería ponerse “una vez rojo que cien amarillo”. Dicho y hecho, en 1997 rompimos con IU y el PCE. Después de la ruptura vino el distanciamiento y el silencio.

Querido Julio, nuestro adiós político no fue bueno ni amable. Permíteme que en este adiós definitivo te traslade mi reconocimiento y respeto. Personas como tú son el honor y la memoria de la izquierda. Descansa en paz.

(La Vanguardia)