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'Una tumba en Jerusalén' (José Javier Abasolo). Abasolo novela el coqueteo del nazismo con el nacionalismo vasco

José Javier Abasolo traslada al lector a la Segunda Guerra Mundial para ahondar en el nazismo y en los contactos que tuvo con el nacionalismo vasco. La trama llega hasta 1973, época en la que presenta a un Franco que daba sus últimos coletazos y delegaba su poder en Carrero Blanco. Con ese telón histórico de fondo, construye en «Una tumba en Jerusalén» (Txertoa) un relato en el que introduce al lector en una trama turbia de espionaje y venganza

Historia.- «Mis novelas suelen pasar en época actual, pero esta vez quería ir más lejos porque me interesa la historia de este país y esos personajes que son poco conocidos, sobre todo cuando están al norte de la muga de Irun», relata el autor

El escritor bilbaino José Javier Abasolo, autor afincado en el género negro de temática actual, nos sorprende en su última novela, “Una tumba en Jerusalén” (Txertoa), con una trama histórica que traslada a los y las lectoras hasta la Segunda Guerra Mundial, para arrancar la narración con una trama ligada al nazismo y a los contactos que tuvo con el nacionalismo vasco. «Es cierto que mis novelas suelen pasar en época actual, pero esta vez quería ir más lejos porque me interesa la historia de este país y esos personajes que son poco conocidos, sobre todo cuando están al norte de la muga de Irun», relató el autor en la presentación de ayer.

Se refería a Eugène Goyhenetche y Jean Ybarnégaray, personas que existieron y que Abasolo ha querido rescatar para arrancar la trama de su nueva novela. El primero, según explicó, era un joven historiador nacido en Uztaritze con el que contactaron los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Ybarnégaray, por su parte, fue un político que a lo largo de su carrera militó en diversos partidos y ligas de derecha, y fue también el primer presidente de la Federación de Pelota Vasca, que se constituyó en 1921 en Baiona. «Era nacionalista francés y al mismo tiempo vasquista. Da la impresión de que era un hombre que jugaba a dos bandas», opinó Abasolo.

El autor recalcó que es cierto que los nazis contactaran con Goyhenetche para tratar de unir los diferentes nacionalismos y ponerlos al servicio de Hitler –de hecho, en 1944, tras finalizar la guerra en el Estado francés, ingresó en prisión acusado de colaborar con los nazis–, pero en el caso de Ybarnégaray estos contactos son ficticios.
- Tres escenarios históricos.

Así, Abasolo divide el relato en tres escenarios históricos. El primero, el que arranca la novela, versa sobre estos dos personajes históricos y, según adelantó el editor de Txertoa Martin Anso, se centra en los contactos con los nazis que citaba Abasolo: «En la Segunda Guerra Mundial los nazis trataron de colaborar con los nacionalistas vascos. Esto no sucedió solo con los vascos, trataron de establecer relaciones con varias minorías nacionales para implantar un nuevo orden. Su lógica era: el enemigo del enemigo es mi amigo». Añadió que algunos aceptaron la colaboración pero que en Euskal Herria «no se daban las condiciones y se declinó la oferta: los nazis acababan de bombardear Gernika y los contactos eran complicados», recordó Anso. En la novela, tanto Goyhenetche como Ybarnégaray serán partícipes de esos contactos y por ello serán perseguidos por un agente del servicio secreto del lehendakari Agirre, desde Baiona.

El segundo escenario histórico nos traslada al final de la contienda. «Muchos nazis huyeron y los aliados tratarán de dar con ellos, entre ellos Simon Wiesenthal», personaje real que, tras pasar por Mauthausen-Gusen, dedicó su vida a llevar a los huidos ante la justicia y que Abasolo trae a su novela.

La tercera parte transcurre en 1973, en un Estado español gobernado por un dictador que está dando sus últimos coletazos y al que, previsiblemente, sucederá Carrero Blanco. «Esta última trama arranca cuando Blanco es nombrado jefe de Gobierno», adelantó Anso, quien opinó que «lo más interesante de esta novela es cómo viste una trama de espionaje con datos históricos muy interesantes».

(Amalur Artola, Gara)