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Los bancos suspenden el examen del BCE sobre los riesgos climáticos

Transición energética

El 47% de las entidades que completaron la prueba podrían perder 70.000 millones

Solo el 20% de los bancos tiene en cuenta el medioambiente para la concesión de préstamos

Una transición verde ordenada a largo plazo generaría menos pérdidas que una desordenada a corto

El BCE reconoce que su primer test de estrés climático es un ejercicio de “aprendizaje”


El Banco Central Europeo publicó ayer el primer test de estrés enfocado en analizar los riesgos climáticos a los que se enfrenta la banca con una esperada la conclusión. “Las entidades de crédito aún no tienen suficientemente en cuenta el riesgo climático en sus marcos de pruebas de resistencia y en sus modelos internos, aunque,han hecho algunos progresos desde el 2020”.

Lo cierto es que solo 49 de las 104 entidades, el 47% que estaban sometidas al estudio, han superado el exigente proceso de análisis impuesto por el regulador. Para ellas se ha detectado un riesgo aproximado de 70.000 millones de euros. “Es urgente que las entidades de crédito de la zona del euro intensifiquen sus esfuerzos para medir y gestionar el riesgo climático eliminando las lagunas de datos actuales y adoptando las buenas prácticas que ya se aplican en el sector”, señaló Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE.

Las consecuencias de este suspenso no irán más allá de este consejo. No habrá, como suele ser habitual con los test de estrés realizados a la banca europea desde la crisis del 2008, penalizaciones de capital ni de ningún otro tipo. Ni siquiera información pública del resultado obtenido por cada entidad. Porque, como bien recuerda el propio BCE, este ha sido un ejercicio “de aprendizaje” para todos.

El objetivo es que el sector aprenda a incluir en sus modelos de predicción de riesgos el impacto de las inclemencias del cambio climático, como son las grandes sequías, las inundaciones, olas de calor o de frío como fue el caso de la nevada Filomena.

Por supuesto, no es fácil. Según explican fuentes financieras, ni siquiera hay un modelo unificado para cuantificar esos impactos que son muy diferentes según los sectores, las zonas geográficas en las que tienen exposición las entidades, etcétera. Ha sido esa complejidad la que ha impedido que la gran mayoría complete el test. “Este ejercicio es un hito fundamental en nuestro camino para conseguir un sistema financiero más resistente al riesgo climático. Esperamos que las entidades de crédito adopten medidas decididas y elaboren marcos sólidos de pruebas de resistencia climáticas de corto a medio plazo”, apuntó Frank Elderson, vicepresidente del Consejo de Supervisión. El BCE ha analizado por un lado, la capacidad de cada entidad para realizar este tipo de pruebas. Si tiene o no suficientes herramientas, personal, datos...

El resultado es que el 60% de las entidades no dispone aún de un marco de pruebas de resistencia sobre riesgo climático. La mayoría ni siquiera incluye este concepto en sus modelos de riesgo de crédito, y solo el 20% lo tiene en cuenta como variable en la concesión de préstamos.

En segundo lugar el test de estrés ha analizado la dependencia que tienen las cuentas de cada entidad de clientes pertenecientes a sectores intensivos en emisiones de carbono. En este punto el BCE recomienda una mayor interacción con los clientes para precisar riesgos. Por ejemplo, un cliente del sector de la energía no tiene el mismo riesgo si su actividad está en el mercado del carbón que en el de los molinos de viento. Mientras que las entidades con presencia en España tienen mayor exposición a la sequía y las centroeuropeas a las inundaciones.

Finalmente, el BCE pidió a las 41 entidades que supervisa directamente realizar proyecciones de pérdidas ante fenómenos meteorológicos extremos y en escenarios de transición con distintos horizontes temporales. Una sequía extrema y ola de calor en las que se generan descensos de productividad en los sectores más expuestos como agricultura o construcción, además de pérdidas de productividad. En el segundo caso, las inundaciones reflejan el deterioro de las garantías hipotecarias e impagos de préstamos.

Los mencionados 70.000 millones de pérdidas se darían en el marco de una transición verde desordenada y a corto plazo. Aunque el propio BCE alerta que ese “importe infravalora considerablemente el riesgo climático real” debido a la escasa disponibilidad de datos y a que los modelos reflejan el impacto climático de forma “rudimentaria”. Por ello no da una cifra concreta del impacto a largo plazo, aunque sí reconoce que una transición verde ordenada a largo plazo generaría menos pérdidas que la desordenada a corto plazo e incluso que la opción de no hacer nada en cuanto al cambio climático.

(Pilar Blázquez, La Vanguardia, 09/07/22)