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La hora del realismo (Mariano Guindal)

Crece el clamor por un pacto de rentas, similar a lo que fueron en su día los pactos de la Moncloa

Calviño debe presentar una revisión de las cuentas adaptada a la nueva realidad


La inflación nos ha sacado del bolsillo más de 15.000 millones de euros. Sin embargo, aún existe una importante capacidad de gasto gracias al ahorro de los dos largos años de pandemia. Esto va a permitir que millones de españoles se vayan de vacaciones esta Semana Santa. Todo un test ante la campaña veraniega, que se presenta bien, aunque los operadores temen que las ganas de divertirse se pierdan en la medida en que empeore la situación


De la misma manera que la pandemia convirtió los presupuestos generales del Estado de 2020 en papel mojado, ahora ha sido la guerra de Ucrania la que ha precipitado el final de una legislatura agotada. Ninguno de los postulados con los que se elaboraron las cuentas para este año se mantiene. Las circuntancias han cambiado radicalmente, y la política económica del Gobierno se ha desmoronado como un castillo de naipes. Ésta es la razón por la que la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, tendrá que presentar una revisión de los presupuestos adaptada a la nueva realidad. Si no lo hace, prorrogará una agonía durante los casi dos años que aún quedan para las próximas elecciones generales.

Ninguno de los parámetros sirve. La propia Calviño ha reconocido que el conflicto ha frenado seriamente la recuperación. La previsión de un crecimiento del 7% ha sido drásticamente rebajada por el Banco de España hasta el 4,5%. Esto significa que España será uno de los pocos países de la UE que no recuperarán lo perdido en la pandemia al menos hasta 2023, siendo muy optimistas. Si la guerra, como ha señalado el secretario general de la OTAN, puede durar meses o años, corremos el riesgo de entrar en una larga recesión.

El objetivo de inflación también ha saltado por los aires. Nadie mantiene ya el 2%. La cifra que maneja internamente el BCE y que estima el Banco de España es el 7,5%. Esto altera todas las proyecciones de déficit, deuda, consumo y de paro. Hay que volver a calcularlo todo.

La previsión de empleo es una de las mayores incógnitas. Se ve afectado por la guerra, la subida de las materias primas y por los cambios de la reforma laboral. Con la normativa del PP se creaba trabajo a partir de un crecimiento del PIB del 0,9%. Con la nueva legislación, sumada al fuerte aumento del SMI, probablemente sean necesarios crecimientos del 2%. Pese a todo, es probable que este año se siga creando empleo porque la inercia es muy fuerte. El problema se planteará el año que viene, cuando se podría producir una destrucción de empleo neto.

Todos estos elementos, sumados a una fuerte inercia del gasto comprometido, han desbaratado el escenario de "una recuperación económica justa" y de las alegres transiciones energéticas y ecológicas con las que se inició la legislatura. Ahora, como me dice un buen amigo socialista, toca "back to the basics", o sea, "economía realista". Es decir, que hay que dejar las guerras culturales e identitarias para cuando vayamos más sobrados.

Los ciudadanos cada vez van a estar más crispados, en la medida en que se vaya incrementando la factura para parar los pies a Putin. Como dice el primer ministro de Italia, Mario Draghi, la disyuntiva es muy clara, "paz o aire acondicionado", ya que ambas cosas no son posibles. La vicepresidenta Calviño tiene que preparar un plan económico ante una guerra larga que va a tener un  coste muy elevado para la gente.

Además, debemos tener en cuenta que el Banco Central europeo tiene como principal objetivo luchar contra la inflación, y eso significa que a partir de junio dejará de comprar deuda española y subirán los tipos de interés. A España le pilla con una deuda de 1,4 billones, el 118,5% de su PIB, a la que tendrá que hacer frente. No podemos olvidar que antes de la pandemia se produjo un fuerte aumento del déficit público, y por consiguiente de la deuda. Fue la concesión que tuvo que hacer Sánchez a Podemos por el Gobierno de coalición. La tendencia se agravó a consecuencia de la covid del llamdo "escudo social", que se ha prolongado a causa de la guerra.

En definitiva, en los cuatro años de Gobierno de Sánchez la deuda pública se ha incrementado en cerca de un cuarto de billón de euros. Esto nos ha hecho afrontar la crisis económica provocada por la guerra de Ucrania con el pie cambiado. Lo vamos a pasar mal. Por esta razón, quienes habitan en las altas torres piden cada vez con mayor vehemencia un pacto de rentas similar a los pactos de la Moncloa. La modernización prevista con los fondos europeos, los 140.000 millones procedentes del programa Next Generation, está muy bien, pero ahora lo prioritario es salvar los muebles ante la catástrofe que se nos viene encima.

(Dinero, La Vanguardia, 10/04/22)