La Plataforma Cívica (PO) en el gobierno saliente ha vuelto a ganar las elecciones en Polonia según los primeros sondeos a pie de urna facilitados por la television pública. Con más de un 39% el partido centrista de Donald Tusk parece aventajar en principio en nueve puntos a la oposición conservadora (PiS) del también ex premier Jaroslaw Kaczyński.
Tusk, de 54 años, podría volver a formar gobierno con sus aliados campesinos del PSL (8,2%), de confirmarse las proyecciones del instituto TNS OBOP, que dan 212 escaños a su grupo y 27 de éstos, sobre un quorum de 450 escaños en la cámara baja de la dieta o Sejm. En las primeras imágenes transmitidas por la televisión, Tusk celebró con un ramo de flores su clara ventaja, aunque a lo largo del recuento deberá confirmarse el alcance de su mayoría: “Quiero agradecer a todos, los que nos votaron y los que no, porque juntos tendremos la responsabilidad de Polonia durante cuatro años más”.
La izquierda socialdemocrata (SLD, con 7,7%) sigue sin lograr recuperarse, tras de haber monopolizado repetidamente las instituciones a la caída del socialismo y dejar una estela de corrupción y nepotismo. Pero la sorpresa por la banda la da un nuevo partido radical y anticlerical, el Movimiento Palikot (RP).
Con el nombre del provocador empresario Janusz Palikot, ha sido capaz en breve de capturar la tercera posición y obtiene un 10%. Si la mayoría de Tusk no se confirma, ésta fuerza podría ser tan determinante como preocupante para el primer ministro.
Polonia es el mayor país del bloque centroeuropeo incorporado a la UE y el único comunitario en no haber entrado en recesión durante la crisis global de 2008 y 2009. Los observadores financieros esperaban poder celebrar la continuidad y estabilidad, después de cambios constantes de gobierno durante los 20 años de transicion.
Pero del gobierno de Tusk, el serio diario conservador Rzeczpospolita, ha realizado un ambiguo balance, reconociendo que estabilizó y desdramatizó el clima político, pero no ha procedido a la rápida modernización económica y social de Polonia que prometía, ni liberalizado el castrante marco institucional, dejando en broma su promesa de ingreso en el euro en 2012.
Los mercados y distintas fuentes descuentan ya que el ministro de Hacienda Jacek Rostowski proseguirá en su puesto y en su intención de reducir el deficit fiscal por debajo del 3% del PIB, desde el actual 5,6%, y el endeudamiento (53,8%), como ha prometido a la UE. La economía polaca ha vadeado la crisis con nervio y un crecimiento constante de la actividad económica, fruto de una dirección profesionalizada de la economía del país durante la transición y el ingreso en la UE en 2004. Pero siguen recusandose burocracia y obstáculos, que dificultan el ejercicio de la empresa y echan a jóvenes bien preparados al extranjero, así como un excesivo endeudamiento y una pérdida de oportunidades en la UE.
Las dos fuerzas dramáticamente enfrentadas, PO y Ley y Justicia de Kaczyński, corresponden en realidad a familias del centro y derecha polacos emergidas del movimiento Solidaridad. Aún en 2005 irrumpieron unidos para barrer limpiar los resortes del estado del antiguo aparato.
El observador local Higinio Paterna analiza, en su blog “Mi Polonia”, la combinación que llevó a la enésima división en el viejo espíritu de Solidaridad, con acento en los rencores personales y una interesada polarización del electorado, que sortease la deriva mortal de anteriores coaliciones conservadoras.
Ello habría dado pie a un drama dialéctico que agota a la sociedad desde hace 6 años y que se vio exacerbado con el drama aéreo que acabó con la vida del presidente Lech Kaczynski, hermano del líder de PiS, y las chapuzas de Moscú y el ministerio de Defensa de Tusk en torno a la resolución del caso.
Ahora, cuatro años después de que Tusk desbancara a la derecha patriótica de Kaczynski, las tornas amenazaban con invertirse. Kaczynski ha vuelto a un discurso agresivo, como portavoz de los intereses de Polonia, que ha recordado los momentos más bajos de sus relaciones con Berlín y Moscú y ha podido asustar al sector liberal.
Pocos dudan que el éxito es personal de Donald Rusk, al lograr la única reelección de un gobierno desde el fin del socialismo de estado. "El futuro está en sus manos", apelaba en su mensaje, "no es momento de cambios".
El jefe del gobierno saliente, que mantiene una buena relación con la canciller Merkel y ha aminorado la distancia con Moscú, ha prometido a sus seguidores garantizar fondos procedentes de la Unión Europea, con el fin de modernizar las infraestructuras del país.
Ayer dijo en la noche que “los cuatro años que seguirán serán un desafío aún más importante porque hará falta trabajar el doble de intensamente y actuar el doble de rápido”. Ha agregado que “los polacos tienen derecho a vivir mejor”, algo que muchos desafectos también esperaban de estos cautro años.
Ramiro Villapadierna, ABC