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Gerardo Iglesias: "Con los recortes nunca se mete mano donde realmente está el dinero"

Gerardo Iglesias (Mieres, 1945), histórico comunista, ex secretario general del PCE y fundador de Izquierda Unida, llevaba años apartado de la vida pública del país. «Acostumbrado a cuatro o cinco llamadas al día», aún no se ha acostumbrado a que desde que le fue concedida la Medalla de Plata del Principado los teléfonos no paren de sonar. Ahora, presenta 'Por qué estorba la memoria', el libro con el que pretende reconocer a las víctimas del franquismo desde 1937 a 1952.

-Rompe su silencio. Durante estos años, habrá pasado ganas de decir muchas cosas...

-Más de una vez. Pero preferí mantenerme en silencio, porque tampoco estaba en condiciones de lanzarme al ruedo. Ésta es una circunstancia puntual.

-Ni siquiera lo rompió cuando le concedieron la Medalla de Plata...

-No, hace mucho tiempo que me planteé no hacer ningún tipo de intervención pública. Además, justo en aquellos días, me habían hecho una pequeña intervención en Gijón que me dejó bastante machacado. Aparte, agradeciéndole sinceramente al presidente del Principado su iniciativa, no soy yo muy proclive a ese tipo de reconocimientos.

-Francisco Álvarez-Cascos dijo entonces que le entregaría personalmente la medalla. ¿Lo hizo?

-Sí. Es un hombre de palabra. Mantengo con él una buena relación y se puede decir que amistad desde hace años. Cuando tomó posesión como presidente, inmediatamente me llamó y visitó. Y, por supuesto, me entregó personalmente la medalla. Eso sí, de forma discreta, como yo quería.

-¿No le sorprendió, entonces, que este Gobierno le reconociese?

-No. Cascos es un señor muy inteligente y, con respecto a mí, ésta no era la primera atención que recibía.

-Sin embargo, el galardón parecía tener mucho que ver con reconocer a los líderes de la transición. Una transición que usted criticó por tratar de llegar a la superación a través del olvido...

-Creo que tenía más que ver con la construcción de la autonomía en Asturias. Cuando aquí se inicia el proceso de la creación del Consejo Regional de la Autonomía, la transición ya se había producido. O, por lo menos, las normas básicas que establecían el modelo ya estaban fijadas.

-Está en el aire otra reunión, la que solicitará al presidente del Principado para pedirle la creación de un museo para las víctimas del franquismo. ¿Qué espera del Ejecutivo?

-Hoy mismo cursé la solicitud. Espero que la respuesta sea afirmativa. Me parece una idea interesante. Si se acepta se estaría haciendo justicia con la historia y supondría una cierta reparación de hechos del pasado que todavía duelen. Durante la guerrilla y los primeros años de la dictadura, las fuerzas represivas operaban con una clara idea de exterminio. Y las personas que se enfrentaron, inicialmente, se fueron al monte como una forma de eludir la muerte, pero también había en ellos rebeldía. Luego todo eso se fue organizando en guerrilla antifranquista. Eran gentes que luchaban por unos ideales y, sin embargo, la memoria de los vencedores los convirtió en bandoleros.

-Parece que son malos tiempos para pedir este tipo de cosas...

-Sí, claro, es mal tiempo en el terreno económico. Es una petición original, aún sin estudiar, y estoy seguro de que si políticamente es bien vista, materialmente se realizará. Lo importante es que la idea sea aceptada. Luego ya se verá cómo llevarla a cabo.

-¿Qué opina sobre los recortes anunciados en Asturias por el Ejecutivo?

-En concreto, sobre los recortes en Asturias no tengo muchos elementos para opinar. Sé lo que está pasando con la TPA y con otros asuntos, pero me parece pronto para opinar. Si hablamos de los recortes en general, creo que siempre pagan los mismos. Se han tocado las pensiones, el sueldo de los funcionarios, pero nunca se mete mano a donde realmente está el dinero. De la crisis es responsable el mal uso del dinero, la avaricia. En definitiva, la especulación.

-¿Qué opina, entonces, sobre el papel de la oposición?

-La oposición tiene el papel de oponerse, pero no por sistema. Independientemente de que yo creo que el Gobierno de Zapatero ha hecho una mala política en los últimos tiempos, se ve claramente que el PP actuó oponiéndose sistemáticamente a lo que fuera, como una forma de desgastar al Gobierno. No me parece bien.

-En la presentación de su libro habló de una crisis económica, pero también de una crisis del sistema.

-Tanto es así, que hasta el propio Sarkozy habló de refundar el capitalismo. Yo preferiría que se pensara en ideas nuevas de carácter progresista. Hoy, los propios gobiernos, están a las órdenes de los mercados, que tienen nombre y apellidos. Son una panda de especuladores que juegan con el dinero, no para hacer inversión productiva, sino para cosechar dinero. Aquí se ha hecho una transferencia de poder, del Parlamento español al Parlamento europeo; pero resulta que éste no tiene las competencias que corresponderían a un parlamento con capacidad legislativa. Es decir, ahí ya perdemos soberanía popular. ¿Y dónde está? La tienen los mercados. Son los que deciden y dicen a los Gobiernos lo que tienen que hacer. Y lo que es más tremendo es el papel decisivo de las agencias de calificación, que, por supuesto, son privadas, sirven a ciertos intereses y básicamente son americanas. Dependiendo de lo que digan, la bolsa se derrumba, el interés de la deuda se dispara... Es un auténtico disparate. Echo en falta una mayor iniciativa de la izquierda.

-Quizá por eso se refiere también a una crisis de partidos.

-El modelo de los partidos proviene del siglo pasado, y la sociedad ha cambiado mucho. Ya no ofrecen cauce de participación para incorporar a la juventud. El propio sistema de representación parlamentaria también está en crisis. Ha habido un grandísimo avance tecnológico en los últimos años, pero no se está utilizando para profundizar en la democracia, para hacerla más participativa. Luego, está el escándalo de la Ley Electoral. ¿Por qué a estas alturas no se hacen listar abiertas? Porque eso removería los aparatos de los partidos, donde permanecen siempre los mismos.

-¿Qué opina del ascenso de la derecha en España?

-Todo indica que va a ganar el Partido Popular, pero no por méritos propios. Hasta ahora, no ha hecho propuestas, sólo se ha opuesto a todo. De todas formas, creo que el PSOE no está acertando en el planteamiento. Pasó por encima de la crisis anterior -tras todos aquellos elementos de corrupción con González- sin una profunda renovación, y ahora vuelve a ocurrir lo mismo. Ojalá me equivoque. Prefiero que el PSOE remonte y me asusta bastante que el PP pueda levantarse con la mayoría absoluta.

-IU ha ido perdiendo representación con el paso de los años, ¿qué se está haciendo mal?

-No quiero entrar mucho en el tema, porque he sido parte muy directa en su creación. Creo que la idea que originalmente dio nacimiento a IU no se llevó a la práctica. Se ha convertido en un partido del tipo tradicional. Yo, en aquel momento, pensaba en superar ese modelo cerrado y desvinculado de la sociedad, pero al final me parece que pudo más la inercia. Me da la impresión de que el actual coordinador de IU, Cayo Lara, está haciendo un esfuerzo por ir hacia una configuración más abierta. Lo lógico, en las elecciones autonómicas, habría sido que el desencanto del PSOE se hubiera ido a IU y no ha sido así. Algo tiene que cambiar. La gente ya no comulga con ruedas de molino. La sociedad está muy informada, hay que darle menos demagogia y más propuestas concretas. Y que las propuestas de los programas electorales se lleven a la práctica.

-¿Se considera un indignado?

-Sí, porque simpatizo mucho con el movimiento 15-M, me parece muy importante. Hay una gran ofensiva para cerrarle el paso, a pesar de la actitud tan responsable con la que está actuando.

-También considera insuficiente la Ley de la Memoria Histórica.

-Totalmente. En lo único que avanza, y poco, es en reparar a las víctimas. Sólo habla de ayudar a los particulares a buscar a la gente que sigue tirada por las cunetas, cuando parece lógico que la reparación de esos hechos la asuma el estado democrático. Sobre el esclarecimiento de los hechos, nada. Ni siquiera condena expresamente el franquismo en general. Tampoco anula las condenas de los tribunales franquistas. Es terrible.

Aida Collado, El Comercio