El 7 de marzo de 1920 apareció un anuncio en un diario católico alemán de difícil nombre: Altoettinger Liebfrauenbote. «Modesto funcionario del Estado, soltero, católico, de 43 años, con derecho a pensión, quiere contraer matrimonio con muchacha católica, que sepa cocinar, y a ser posible coser, con patrimonio». No hubo respuesta alguna. Después de cuatro meses, insistió en el anuncio, pero añadiendo al simple «funcionario » el adjetivo «medio». Le respondió la cocinera Maria Peintner
. Se casaron. Tuvieron una hija y dos hijos: los matrimonios en frío, por legítimo interés, funcionan, al parecer, mejor que los otros: apasionados, amorosos y ciegos. La hija nació en el 21 y murió en el 91: la gente longeva engendra longevos. Los hijos varones se llamaron Georg y Joseph. Ingresaron en un seminario y llegaron el primero a arzobispo y el segundo a Papa. Es Benedicto XVI. Para que luego se critique a los matrimonios sin ardor, por conveniencia y concertados. Cuando el Papa fue a su tierra, como saben más de él que nosotros, le restregaron por la tiara el anuncio de su ascendencia. Aquí somos más dados a dar que recibir. De ahí que le encante España. Aunque Dios quiera que no vuelva.
El Mundo