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El futuro de Corea del Norte (Un Chul Yang)

(Director de Estudios sobre Estrategia de la Unificación en el Instituto Sejong de Seúl)

La súbita muerte de Kim Jong Il ha suscitado intensos debates sobre el futuro del régimen norcoreano. El interés del mundo se centra en el modo en que su hijo Kim Jong Un logrará mantener el control directo del país a pesar del poco tiempo que ha habido para preparar la sucesión. El 22 de diciembre el periódico oficial de Corea del Norte, Rodong Sinmun, se refirió a Kim Jong Un como “líder del pueblo” en un editorial de primera página. El editorial también utilizó veintiuna veces la palabra songun (primacía militar), la ideología oficial de Kim Jong Il. ¿Superará el régimen norcoreano las recurrentes penurias económicas y la presión internacional orientada al abandono del programa nuclear? ¿Qué nueva estructura interna de gobierno pondrá en práctica la nueva dirección política? ¿Resolverá Kim Jong Un la cuestión nuclear?

Agravada por el aislamiento internacional provocado por la insistencia en continuar con el desarrollo nuclear, la situación económica del país no deja de deteriorarse. El régimen ha logrado paliar los efectos de la escasez de alimentos gracias a la ayuda de China. La única escapatoria a su desesperada situación económica es la apertura de fronteras y la colaboración con otros países y, en especial, con Corea del Sur. Ahora bien, ya que se opone a las esperanzas del Sur, Corea del Norte está perdiendo la oportunidad de beneficiarse de la cooperación internacional y de reconciliarse con su vecino meridional y con Estados Unidos.

El empeoramiento de la economía obliga a las personas a ser responsables por completo de su sustento. La economía estatal apenas proporciona los bienes necesarios para la supervivencia. Y los norcoreanos deben obtener por su cuenta los artículos de primera necesidad. El principal impulso para crear un mercado es un proceso desde abajo, y no desde arriba con la dirección del Estado. En ausencia de subsidios y raciones estatales, los norcoreanos no tienen otra opción que dedicarse a actividades económicas ilegales. En las familias predomina la apropiación legal o ilegal de la propiedad estatal. Las pequeñas compañías privadas pagan en contrapartida un soborno al Estado. Este, a su vez, proporciona protección no oficial.

Algunos observadores creen que la inestabilidad política y las dificultades económicas aumentarán así que lo hagan las defecciones de importantes sostenedores de las élites políticas, lo cual conducirá al hundimiento del régimen. Pero son también muchos los que opinan que, debido a la dificultad de encontrar alternativas, el régimen sobrevivirá de un modo u otro, al margen de las dificultades. Corea del Norte se enfrenta a enormes problemas, pero la muerte del máximo dirigente hace que la sucesión hereditaria actúe como principal factor de respaldo a la legitimidad del régimen. Y Kim Jong Un necesita legitimar su mandato. El culto a la personalidad y la violencia ejercida sin escrúpulos lo ayudarán a cimentar su poder.

Su padre, Kim Jong Il, abrazó la ideología de la primacía militar y la utilizó en combinación con la violencia dictatorial. Hasta ahora el régimen norcoreano ha demostrado una sorprendente capacidad de resistencia. Los hechos históricos ponen de manifiesto que Kim Jong Il aseguró la supervivencia de su poder desarrollando y ampliando la capacidad nuclear y de misiles. A corto plazo, el poder militar seguirá siendo fuerte y la actual crisis económica no amenazará la estabilidad del régimen. Resulta difícil esperar un derrumbe súbito. La posibilidad de que se produzca por factores internos, como un levantamiento civil, es muy remota. Sin embargo, a largo plazo, las repercusiones de los conflictos de poder internos y externos acabarán por provocar la caída del régimen. De todos modos, si Corea del Norte mejora su entorno internacional abandonando el programa nuclear y normalizando sus relaciones diplomáticas con EE.UU. podrá gozar de un sistema político más relajado. Ahora bien, en estos momentos resulta prematuro esperar reformas en el país.

Hasta ahora, Corea del Norte ha superado la fragilidad política y económica sometiendo a su pueblo por medio del terror. Un mal aprovechamiento de los recursos naturales acabará por acentuar las dificultades económicas y conducirá a un empeoramiento de la situación. Los impulsos paranoides del régimen hacen que se aferre a la política de la primacía militar. Pero la débil economía norcoreana no puede sostener las ambiciones de sus militares. En la actualidad, el ejército norcoreano actúa como combatiente y como ejército de respaldo logístico; no es posible que pueda cumplir con eficacia ese papel dual.

Si repasamos las políticas económicas seguidas hasta hoy, vemos que el país ha sido hostil a las reformas orientadas al mercado. La libertad política sigue siendo muy restringida. Sin embargo, al recrudecerse las dificultades económicas, el dominio del régimen dictatorial se está debilitando poco a poco. Aumenta el número de desertores, y la corrupción parece ya descontrolada. Además, el firme crecimiento de los negocios privados es un indicio de lo que sucederá en el futuro.

La presión desde la base social para llevar a cabo medidas de reforma aumenta a medida que disminuye la capacidad del régimen. Con el lento cambio de posición del pueblo y las élites de Corea del Norte, las fuerzas en favor de la aplicación de una economía de mercado serán cada vez más poderosas. Sin reformas del sistema, el poder político y militar de Kim Jong Un no estará garantizado. Eso significa que Corea del Norte se enfrentará pronto a la inestabilidad y las luchas de poder.

La Vanguardia