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El 'yernísimo'. Los negocios de Urdangarin con el Gobierno de Matas comprometen a la Casa Real

Los negocios y el deporte mantienen un estrecho vínculo con numerosas ramificaciones en las que intervienen atletas, federaciones, Administraciones Públicas, consultorías, patrocinadores y un largo etcétera de personas e instituciones implicadas. Pero aunque existen casos en los que cohabitan varias facetas, ninguno como Iñaki Urdangarin ha sido capaz de aglutinar tantas y tan buenas relaciones entre ambos mundos. Ex jugador de la selección española de Balonmano, ex vicepresidente del COE, propietario de entidades dedicadas a la realización de planes estratégicos sobre eventos deportivos, contactos al más alto nivel y yerno del Rey; demasiados compromisos para saber manejarlos con moderación. El Grupo Socialista balear denunció hace unas semanas que el Govern había financiado con 1,2 millones de euros un Foro de Turismo y Deporte en Palma de Mallorca organizado por el Instituto Nóos, su empresa de cabecera. En Valencia ocurría otro tanto de lo mismo. Los políticos apuntan hacia el desmesurado gasto de los Ejecutivos autonómico y local, pero los negocios del duque de Palma se han visto, por primera vez, sometidos al juicio popular; las empresas de Urdangarin trabajan con dinero público, circunstancia que, aunque sea legítima, compromete la imagen de la Casa Real y ya le ha colgado el sambenito de yernísimo.

La figura del yernísimo en la reciente historia de España es un fenómeno por estudiar. Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde y marido de la hija de Franco, comenzó a ser conocido con este sobrenombre tras contraer matrimonio. Aquel resultó ser un apelativo inocente; no fue tanto por el beneficio que su parentela pudo ejercer en sus quehaceres profesionales las que le valieron el mote popular –cuentan que sus pacientes temían el momento de ponerse en sus manos–, sino el haberse convertido en el único yerno del dictador.

Alejandro Agag dotó recientemente de mayor contenido al sobrenombre. El marido de Ana Aznar tiene una enviable agenda de contactos y una inusitada habilidad en el mundo de los negocios, aunque resulta difícil calibrar hasta qué punto su éxito es consecuencia de sus buenas dotes en las distancias cortas o de su relación con el ex presidente del Gobierno, José María Aznar.

Lo mismo cabría preguntarse de Iñaki Urdangarin. Existen otros casos de deportistas españoles de élite metidos a empresarios, como Juan Antonio Corbalán, Francisco (Paquito) Fernández Ochoa, Juan Antonio San Epifanio Epi o Carlos Ferrer Salat. De ellos también podría decirse que su celebridad ha sido uno de los principales activos de sus respectivos negocios, y posiblemente les ha abierto más puertas que a personajes igual de solventes y sin embargo anónimos. A pesar de ello, en una carrera contrarreloj con el Duque de Palma entre el pelotón de salida, apenas tendrían posibilidades de vestir el maillot amarillo porque ninguno de ellos puede igualar su marca más reconocida: pueden demostrar un palmarés olímpico como el de Urdangarin, ex jugador de la selección española de Balonmano; pueden acreditar su presencia en federaciones deportivas o en el Comité Olímpico Español (COE), de donde el marido de la Infanta Cristina ha sido vicepresidente; incluso pueden alegar tener estudios empresariales; como la diplomatura y los masters de consultoría, dirección y administración de empresas del Duque de Palma. Pero ninguno de ellos puede decir que es el yerno del Rey. Eso sólo lo podría alegar Jaime de Marichalar, pero no parece que el negocio deportivo vaya a entrar a formar parte de sus intereses profesionales. Que el jefe del Estado sea su suegro no es ni debe ser interpretado como un obstáculo para que Urdangarin se gane la vida. Pero tampoco debería ser, desde el punto de vista profesional, un mérito curricular. Incluso aunque ésa no fuera la intención, debería andarse con más cuidado para no trasladar esa imagen. Máxime cuando puede haber un conflicto de intereses entre lo público y lo privado aunque sólo sea desde un punto de vista moral.

El pasado 16 de abril, el diputado socialista en el Parlamento balear, Antoni Diéguez, anunciaba en rueda de prensa que el Govern había pagado 1,2 millones de euros a la Fundación Nóos para que celebrara en Palma de Mallorca un Foro sobre Turismo y Deporte entre los días 22 y 25 de noviembre de 2005. Según el convenio suscrito y entre otras partidas reseñadas –algunas de ellas realmente curiosas–, 25.000 euros fueron para una “directora de comunicación”, 40.000 para el “director de publicaciones”, 20.000 para la contratación de un gabinete de prensa externo, 90.000 para sufragar “acuerdos de investigación con universidades”, 35.000 para la “investigación sobre la red de regiones”, 30.000 para “el diseño y construcción de muebles”, 46.000 para la edición de libros sobre las jornadas, 240.000 para viajes, alojamientos, comidas y regalos del centenar de invitados, 60.000 euros para el catering y 18.000 para el desarrollo y mantenimiento de una página web que, según Diéguez, “está tan escondida que de poco han servido esos tres millones de pesetas”. Además, dijo que ni la repercusión ni la relevancia del evento justificaban semejante gasto y aseguró que se trataba de “un caso de pésima administración de recursos públicos”. El diputado reclamó las facturas –sólo disponía de cuatro– y aseguró que, si en dos semanas el Gobierno de Matas no justificaba las gastos –el Ejecutivo balear ha accedido a facilitarlas–, solicitaría una comisión de investigación –de momento espera tan sólo comprobar las facturas–.

Lo que podría parecer una refriega política es sin embargo una polémica de más largo alcance. El diputado evitó mencionarlo porque su labor de oposición se limita al Govern balear, pero la entidad encargada de celebrar el evento y por tanto de facturar los 1,2 millones de euros fue el Instituto Nóos de Estudios Estratégicos de Patrocinio y Mecenazgo presidido por Iñaki Urdangarin. La entidad no tardó en volver a encontrarse en medio de una polémica política sobre los gastos públicos generados. La concejala socialista de Valencia, Mercedes Caballero, preguntaba días después en el Ayuntamiento por el importe de los eventos Valencia Summit celebrados en los meses de octubre de 2004 y de 2005 para promocionar la Copa América , que según la respuesta del concejal de Turismo, Alfonso Grau, ascendía a más de 1,2 millones de euros, repartidos entre el cánon de 450.000 euros anuales y los 363.000 euros destinados a desplazamientos y estancia de participantes. Nuevamente, el Instituto Nóos estaba tras la celebración de estos dos congresos. Y también, como en el caso balear, contaba con el beneplácito del presidente de la Generalitat Valenciana , Francisco Camps –el Ejecutivo autonómico corrió con parte de los gastos– y de la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá.

Nóos es la entidad de cabecera de los negocios de Iñaki Urdangarin, pero no es la única. Actualmente, su nombre aparece en dos empresas inscritas en el registro mercantil; el Instituto Nóos y Motorpress Ibérica, de la que es consejero. La empresa, dedicada a la “edición, distribución, importación y exportación de todo tipo de publicaciones unitarias y periódicas bajo cualquier modalidad de soporte incluido el informático”, controla publicaciones de coches, motos, bicicletas, deporte al aire libre, caballos, navegación, tenis, furgonetas, aviones e incluso relojes y estilográficas. Pero su experiencia empresarial no es reciente. El Siglo ya dio cuenta en enero de 2003 (ver número 539 “Duques de Palma S. L”) de sus primeros pinitos en el mundo de los negocios El más serio, el de Namasté 97–antes había fundado una empresa con sus amigos llamada Avibo S. A. que explotaba el restaurante El Pou de Barcelona–. La sociedad, ya extinguida, se dedicaba al “asesoramiento técnico en la elaboración de proyectos para la organización y promoción de espectáculos deportivos y culturales, relaciones públicas y asesoramiento técnico en proyectos de cooperación internacional para el desarrollo de infraestructuras y mejoras sociales”. El Siglo también contó que llegó a ocupar el puesto de director de área de planificación de Octagon Esedos, dedicada a eventos “que van desde el mundo del motor al fútbol, pasando por especialidades como el tenis, el esquí o la hípica, o innovando con nuevas especialidades como el fútbol playa o el tenis playa”, y vinculada a Motorpress. A esta lista de sociedades se unen otras cinco en las que el Duque de Palma ha llegado a participar: Dentipartners S. L., Odont Mad S. L., Sport e Formazione S. L., Enveitg XXI S. L. y Aizoon S. L. Todas ellas dedicadas, nuevamente, a labores de consultoría y gestión estratégica.

Como se puede comprobar, las empresas del yerno de Rey apenas se dedican a la producción de tangibles, sino al asesoramiento y labores de relaciones públicas, un mundo donde los contactos e influencias son el valor más preciado por sus clientes. Al Duque de Palma, por “ser vos quien sois”, le sobran condiciones para ser la persona más cualificada en este tipo de menesteres. Las mismas que le podrían incapacitar, desde un punto de vista moral, para ejercerlas.

El diario digital de Jesús Cacho publicaba hace unos días que, nada más llegar Jaume Matas a la presidencia de las Illes Balears, Urdangarin le confesó: “la gente comenta que ya se nota el cambio”. El Duque de Palma, haciendo honor a su Ducado, entraba con buen pie en la que podría ser una fructífera relación con el Govern y se adaptaba cómodamente a la tradicional vinculación de la Familia Real con las islas del Mediterráneo: los Reyes disfrutan de un auténtico complejo residencial en Palma de Mallorca donde, al Palacio de Marivent, se han ido sumado otras cuatro edificaciones para dar alojamiento a sus hijos y a las visitas. Además, la Familia Real acostumbra a surcar el mar alejada de los curiosos a bordo del yate Fortuna, regalo de empresarios baleares a los que los 3.000 millones de las antiguas pesetas que costó la embarcación debieron parecerles pecata minuta en comparación con los beneficios económicos que, verano tras verano, les reporta la presencia de los Reyes y sus hijos en las islas.

Al Ejecutivo balear le ocurre lo mismo que a los empresarios; si la Familia Real se deja querer, ¿por qué no hacerlo de mil amores? Jaume Matas sabe bien lo importante que puede llegar a ser una buena campaña de marketing y parece dispuesto a convertir a en imagen de marca balear a Iñaki Urdangarin. Para dar muestra de su buena disposición fichó a José Luis (Pepote) Ballester como director general de Deportes del Govern. El medallista olímpico y regatista es viejo conocido de la Familia Borbón ; ha participado en competiciones de vela con el Príncipe Felipe y la Infanta Cristina y ha acudido a las bodas de sus dos amigos. Antes de entrar en el Gobierno balear, llegó a publicarse que Urdangarin a punto estuvo de ficharle en el Instituto Nóos. Incluso ahora, en las islas se comenta que podría dejar la política porque “ha recibido una oferta de una empresa privada”. De momento no ha dado el paso y Matas puede seguir respirando tranquilo: sigue abierta su vía de comunicación más directa con Urdangarin.

Parece lógico pensar que la clara disposición del yerno del Rey y Jaume Matas a entenderse se ha materializado en otras ocasiones previas a la celebración del Foro de Turismo y Deporte. El Mundo publicó, después de que las Illes Balears comenzaran a patrocinar el que había sido equipo ciclista Banesto dirigido por José Miguel Echavarri, que Urdangarin había ejercido de intermediario. El coste de la sponsorización: siete millones de euros, cifra considerada muy superior a la barajada en otros equipos. El Duque de Palma también prestó su imagen al equipo y a la Comunidad , acudiendo con Matas a su presentación en el stand de Baleares en Fitur en enero de 2004. Actualmente, lo curioso del caso es que el Team Illes Balears-Caisse d’Epargne –la entidad francesa se ha sumado al patrocinio después de que el Ejecutivo autonómico recortara su presupuesto– comparte su domicilio social en la calle Mestre Nicolau, 19 de Barcelona con el del Instituto Nóos. Y no sólo se encuentran en el mismo edificio. Al llamar al teléfono que indica la página web del equipo ciclista, contesta una operadora diciendo: “Instituto Nóos, dígame”.

Existen otras casualidades que podrían apuntar a la posible mediación del yerno del Rey, aunque El Siglo no ha podido confirmar la información con el Govern balear. Palma de Mallorca, paraíso de las competiciones de vela desde hace años, parece haberse convertido en el enclave más indicado para todo tipo de competiciones, incluso para aquellas de las que carece de instalaciones. En septiembre de 2004, la Unión Ciclista Internacional (UCI) elegía la candidatura de Palma como sede del mundial de ciclismo en pista cubierta de 2007. La isla competía con Hamilton (Canadá), Praga (República Checa), San Salvador (El Salvador) y San Sebastián, que renunció a su candidatura para no competir con la otra aspirante española. Y la UCI tomaba su decisión a pesar de que Palma de Mallorca era la única aspirante que no tenía velódromo. “Fue algo atípico porque no estaba construido, pero el proyecto sobre papel era muy bueno”, dicen desde la Federación Española de Ciclismo. Tras la adjudicación, el velódromo comenzó a construirse con un presupuesto de 21 millones de euros gracias, en parte, al dinero que el Govern solicitó al Ejecutivo central para poder sufragar las obras.

Otra de las casualidades fue la de la eliminatoria de la Copa Davis de 2004 entre España y Holanda. El lugar que albergó el encuentro: la plaza de toros de Palma de Mallorca, un emplazamiento cuanto menos heterodoxo, aunque el Gobierno balear fue lo suficientemente convincente como para que la Federación Española de Tenis aceptara su candidatura.

Podría parecer que a Matas le está saliendo bien la jugada: de un acontecimiento deportivo derivan cuantiosas ventajas para el turismo de las islas. Pero no hay que olvidar que antes de albergar un encuentro hay que pagar un cánon a las federaciones o comités correspondientes y, en el caso de intermediación, los servicios prestados. Fuentes del sector aseguran que un cánon de tipo medio puede ascender a alrededor de dos millones de euros, aunque suele haber mucho secretismo sobre las cantidades concretas. Además, las cifras siguen subiendo a medida que se incorporan nuevos patrocinadores. Cuando una Administración avala un evento deportivo, es más fácil que se sumen las empresas privadas.

En Zarzuela no quiere hacer valoraciones sobre la polémica del caso Nóos porque no es una actividad de la Casa Real. El Siglo tampoco ha recibido respuesta de la empresa de Urdangarin. Tal vez esperen a que amaine el temporal y el Duque de Palma se replantee, por el bien de la Institución a la que representa, volver a aventurarse en negocios comprometidos.

- La mansión de los duques, aún en obras.

“De momento no se han trasladado. Aún no han terminado las obras”, dicen desde Zarzuela. Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina todavía no han podido mudarse a la casa que adquirieron la pasada primavera en el selecto barrio barcelonés de Pedralbes, una vivienda de 1.200 metros cuadrados cuyo precio fue de seis millones de euros, aunque su presupuesto ha sido sensiblemente superior debido a las obras de mejora y acondicionamiento que aún no han concluido y que están valoradas en más de tres millones.

El inmueble está distribuido en tres plantas y, en su estado original, dispone de tres plazas de garaje, dos cocinas, amplios salones -tenía incluso una sala de cine- y dormitorios que llegan a cuadruplicar las dimensiones de los mini pisos que la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, llegó a plantear como solución al problema que tienen los jóvenes a la hora de buscar su primera vivienda.

Tampoco falta una azotea desde la que se divisa el mar mediterráneo. Y el jardín, de 1.300 metros cuadrados , es suficientemente amplio como para albergar una piscina, un frontón, un cenador y una pista de baile.

El Siglo, que en su día publicó estos detalles (ver número 655 “La mansión de los Duques) y consultó a diversas inmobiliarias que operan en la zona, dijo que el matrimonio Urdangarin-Borbón podría llegar a ingresar 1,8 millones de euros por la venta del piso donde aún residen, un apartamento de lujo de unos 300 metros cuadrados situado en la avenida de Pedralbes. Como a todo español que vende un piso después de varios años, la casa se ha revalorizado sustancialmente, ya que su primera residencia de casados les costó 450.000 euros. Sin embargo, no lo suficiente como para costear la nueva residencia, un inmueble cuyo valor dista mucho de ser el apropiado para que pueda ser pagado por una pareja obligada, por su relación con el Rey, a no excederse.

Sea o no conveniente, lo cierto es que, a pesar de los ingresos de la Infanta en la Fundación La Caixa, que fuentes consultadas por El Siglo cifraron en unos 200.000 euros anuales; de las dietas que percibía Urdangarin por ser aún, durante la adquisición de la casa, vicepresidente del COE; de sus ingresos por su esporádica participación en cursos organizados por el centro de estudios ESADE; y de la ayuda que el Rey podría haberles proporcionado a cargo de los Presupuestos Generales del Estado destinados a la Casa Real -cifra imposible de conocer porque el Monarca dispone de ellos sin rendir cuentas a nadie-, parecía difícil imaginar el modo en que harían frente a una hipoteca como la de la ‘mansión’ que acaban de adquirir. Posiblemente la clave está en el éxito de los negocios del Duque de Palma.

Virginia Miranda, El Siglo de Europa (06/03/06)