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¿Es un tabú la felicidad? (Ramiro Calle)

- Consulta (Judit Trilla Castellà).

Querido Ramiro, me llamo Judit y estoy haciendo un trabajo de investigación en 2.º de bachillerato. He hecho encuestas en el municipio en el que vivo, y cuando comento a la gente que son sobre la felicidad (el tema de mi trabajo, que centro sobre todo en Epicuro), todo el mundo me responde lo mismo: “¡Uy…!”. ¿Por qué reaccionan así? Entiendo que la felicidad sea un tema delicado, pero... ¿tanto miedo nos da? Podríamos decir que, a pesar del montón de anuncios que venden felicidad, de los libros (tanto de autoayuda como de filosofía) que nos hablan de ella, y de la cantidad de películas y artículos que se hacen al respecto ¿la felicidad, en la sociedad occidental, se ha convertido en un tema tabú? Me cuesta creerlo y al mismo tiempo me preocupa, por esta razón me gustaría conocer su opinión y saber qué es para usted la felicidad. Muchísimas gracias y un saludo.

- Respuesta.

Querida Judit, el término felicidad se ha vuelto sumamente manoseado, difuso y hasta confuso, por la razón de que en realidad nadie sabe a ciencia cierta qué es la felicidad, sino más bien momentos de contento, diversión o entretenimiento. La palabra se ha tornado tan ambigua que en principio cada uno puede entenderla de una manera y darle una connotación diferente. Aunque yo mismo tengo escritos dos libros sobre la felicidad, prefiero asociarla, y así lo evidencio, con el bienestar total, es decir el que alcanza al cuerpo, las energías, la mente, las emociones y la afectividad. Pero más aún: desde la óptica de los sabios de Oriente es un espacio de consciencia, que se caracteriza por la serenidad, la ecuanimidad y la lucidez. Buda declaraba: “No hay otra dicha que la paz interior”. No hay, pues, que confundir, como hace mucha gente, la felicidad con el simple entretenimiento o la diversión. Tampoco se puede cometer el error de creer que en lo contingente o transitorio se puede hallar la felicidad. Se pueden encontrar momentos de agrado, como los hay de desagrado y por ello un antiguo adagio reza: “La felicidad es el preámbulo del sufrimiento; el sufrimiento es el preámbulo de la dicha”. La persona ecuánime, bien armonizada, mantiene su calma interior a pesar de las vicisitudes que a todos nos toca vivir. Una cosa es la diversión y otra un espacio de consciencia de dicha. La sabiduría es poder ver desde el sosiego el transcurso de los acontecimientos y circunstancias de la vida. Hay que poner energía en mejorar nuestra calidad de vida externa, pero también nuestra calidad de vida interna. En esta llamada “sociedad del bienestar” hay millones de personas que padecen ansiedad, depresión, trastornos psicosomáticos, insomnio o agitación. Casi un 30% de personas sufre estrés y no es difícil ver gente mal humorada e irritable. Al bienestar exterior debe corresponder el interior. La dicha o felicidad no depende sólo del confort o los bienes de consumo; sino de sentirse bien en uno mismo y poder así sentirse también bien con los demás. Una vez cubiertas las necesidades básicas, uno debe buscar motivaciones sociales, artísticas y espirituales. Asimismo, y aunque nos cueste mucho comprenderlo a los occidentales, con menos ego somos menos vulnerables y más felices. Hay que tener un ego maduro y cooperante y aprender a conciliar los propios intereses con los de los demás.
Estilos de Vida, La Vanguardia