Sobre la mesa de Mariano Rajoy se acumulan estos días los currículos. No todos los que se ofrecen gustosos a llevarle las carteras acreditan una hoja de servicios al PP tan larga, variada, cualificada y sonada como la de Francisco Álvarez-Cascos. Más de tres décadas de dedicación y mayoría de edad parlamentaria: en 2004 cumplió los 18 años como diputado. También pasó cuatro en el Senado y en 1989 se convirtió en el primer secretario general del partido, reelegido dos veces. Aznar lo nombró vicepresidente de su primer Gabinete y ministro de Fomento del segundo.
Toca decir aquello de que lo ha sido casi todo en la formación popular: incluso su adversario. Va a cumplirse un año desde que la abandonó para fundar otra «con diferencias sustanciales», que no le ha llevado a la presidencia del Reino de España con mayoría absoluta, pero sí del Principado de Asturias con una mínima y a ratos esquizofrénica ventaja. No se arrepiente del paso dado, pero culpa de él a «los graves problemas» de su región. No cierra con llave la puerta a volver, pero espera que se la abran desde el otro lado. Y se guarda bien de pillarse los dedos con ella: «Nunca he dicho ni pensado que Rajoy no fuera el candidato idóneo».
— ¿Cómo valora este primer año de aventura con Foro Asturias?
— Ha sido un año muy intenso en el que Foro Asturias ha conseguido, en un esfuerzo contra todo y contra todos, la victoria en las autonómicas y que, por primera vez en la historia democrática, Asturias cuente con una voz independiente en el Congreso y el Senado.
— ¿Se ha arrepentido alguna vez de dejar el Partido Popular?
— No, porque no fue resultado de divergencias personales. Foro Asturias es la expresión democrática de la indignación ciudadana canalizada a través de las urnas y acumulada por el deterioro de la vida política y el descrédito de los dos grandes partidos, el PP y el PSOE. Por tanto, está cada día más justificado. No hay ningún motivo que lleve al arrepentimiento.
— Pero quizá ahora podría estar en la lista de ministrables. Parece que Rajoy apuesta por los veteranos…
— No es un escenario que en estos momentos esté en mis ocupaciones y preocupaciones. Lo que tenga que hacer Rajoy no tiene absolutamente nada que ver con lo ocurrido en Asturias. Aquí la sociedad tiene el convencimiento de que está aislada y marginada, abandonada por los dos grandes partidos. Esto provocó que un sector muy importante promoviera la alternativa del Foro y mi vuelta a la política.
— ¿Rajoy nunca confió en usted?
— Esa pregunta se la tendría que hacer al señor Rajoy.
— Usted tendrá su percepción…
— Bueno, he trabajado con el señor Rajoy muchos años. He tenido responsabilidades jerárquicas sobre él y he confiado en él. Después, como vicepresidente, él tenía responsabilidades jerárquicas sobre mi trabajo y en ambos supuestos creo que me hice acreedor de la lealtad y confianza necesarias.
— ¿El PP de Rajoy es el mismo de los tiempos en que usted formó parte del Gobierno de Aznar?
— No lo sé. A mí lo que me importa es subrayar que el modelo de partido del Foro tiene diferencias sustanciales respecto al del PP en su organización y programa. De manera muy concreta, con el PP en Asturias.
— ¿Cuáles son esas diferencias?
— Somos un partido que cumple las normas y está organizado con órganos que se reúnen y deciden. Nuestra gente entiende la política como una vocación de servicio, no como un oficio para perpetuarnos en las responsabilidades. Hemos encontrado la sintonía con la sociedad asturiana, que espera que la clase política sea reflejo de ella y no una casta de privilegiados al margen de la realidad social.
— ¿Insinúa que el PP es hoy una casta de privilegiados?
— Yo digo lo que es Foro, que es un grupo organizado democráticamente, que funciona cumpliendo las normas y dirigido por unos órganos. Y ahora haga un pequeño recorrido por la trayectoria del PP y compare si alguno de estos requisitos se cumple. Los asturianos lo saben perfectamente y, precisamente por eso, nos han dado una enorme confianza.
— ¿Se alegró de la victoria de Rajoy?
— La gestión de Zapatero ha sido enormemente negativa por lo que, para salir de la crisis, hacía falta cambiar y la alternativa la representan el PP y Rajoy. Por eso anunciamos nuestro compromiso de darles el voto de investidura sin contrapartidas, y lo habríamos hecho igual aunque no hubieran tenido mayoría absoluta. Ahora esperamos que empiecen a gobernar, también para corregir las desviaciones de los nacionalismos, recuperar el proyecto constitucional del Estado de las autonomías e introducir principios de cohesión nacional para que ninguna región sea más ni menos que otra.
— Ha sido muy crítico con Rajoy en estos últimos años. ¿Nunca lo ha visto como el candidato idóneo del PP?
— Las cuestiones personales nunca han tenido que ver en mis decisiones políticas. Creo que no encontrará usted consideraciones de tipo personal.
— No me refiero a sus consideraciones personales, sino a las políticas...
— Ya, pero no hay ninguna declaración que sostenga esa afirmación de que yo no he considerado a Rajoy el mejor candidato. Eso es una…
— Cuando perdió las segundas elecciones, en 2008, no escatimó críticas. Basta preguntar a las hemerotecas o al mismo Google…
— No he hecho ningún comentario sobre el señor Rajoy. Dije, tras las elecciones, que hay que llamar a las victorias, victorias, y a las derrotas, derrotas. No he hecho ninguna consideración. No podrá encontrarla porque no la he hecho ni ha pasado por mi cabeza ningún pensamiento que afecte a la condición del señor Rajoy como presidente del PP. Solo he dicho que los análisis electorales han de ser rigurosos.
— Entonces, es el candidato ideal…
— En esta ocasión, a mí no me ha tocado decidirlo porque no formaba parte de los órganos del PP y, en la etapa anterior, concretamente en 2004, yo formaba parte de los órganos que respaldaron al señor Rajoy como candidato. Los hechos son los hechos.
— Acaban de prestar a UPyD su diputado en Madrid para que pueda tener grupo parlamentario propio.
— Si la sociedad es plural y se quiere expresar a través de voces plurales, el Parlamento debe hacer el esfuerzo de reflejarlo. Foro ha respondido a esa aspiración de legitimación parlamentaria. Lo contrario, mantener en un grupo mixto voces plurales, empobrece la función de la cámara. Y es verdad que, al disminuir los representantes en el Grupo Mixto, se da mayor protagonismo a la representación del Foro.
— La Mesa no lo tenía tan claro…
— En el 86, viví cómo el Grupo Popular facilitó una interpretación que no figuraba en el reglamento para que el de Óscar Alzaga, segregado, y el liberal de Segurado pudieran constituirse como grupos separados del PP. Años después, el PP permitió que uno de sus diputados propiciara el grupo de Coalición Canaria. Sería bueno que los criterios que han servido para legitimar la pluralidad parlamentaria mantuvieran su plena vigencia en cualquier circunstancia. No hacer interpretaciones a la carta.
— ¿Y está de acuerdo con impedir que tenga grupo propio Amaiur?
— Estoy de acuerdo con que se cumpla el reglamento. Con Amaiur hay un componente de hipocresía muy notable porque el problema no nace ahora. Nace del incumplimiento de la Ley de Partidos, que ha permitido que una organización política que no condena la violencia, que es cómplice de ETA, se presente a las elecciones. Lo que no se quiso evitar entonces promovido por el Gobierno del PSOE y con el silencio del Grupo Popular, que miró para otro lado, se quiere corregir ahora.
— ¿Cree que de verdad estamos asistiendo al final de ETA?
— Me gustaría creer que es así, pero mientras no se disuelva y conserve en su poder las armas, la preocupación tiene que existir y la esperanza de que el fin de la violencia esté más cerca sigue lejana. No parece que ETA mantenga su organización para convertirse en una entidad cultural ni el armamento para construir un museo. Sigue existiendo una amenaza que debe preocuparnos, actuar con prudencia y estar prevenidos.
— ¿Le tranquiliza que sea un Gobierno del PP el que lidere ese proceso hacia el fin real de ETA?
— Lo que me intranquiliza es que el Estado de Derecho pueda ser moneda de cambio. Desconozco si el Gobierno del PP ha aceptado las contrapartidas políticas que escondían el comunicado de ETA o la conferencia de San Sebastián. Me gustaría que no se vieran cumplidas con la quiebra del Estado de Derecho.
— Usted gobierna Asturias solo con 16 diputados de 45. ¿Imaginaba que le resultaría tan difícil?
— No hay ninguna sorpresa. Aquí había un reparto de responsabilidades entre el PP y el PSOE, y su programa político de futuro era renovar esa entente cordial. La irrupción de Foro como respuesta al movimiento de rebeldía social rompió esa hegemonía de los dos grandes partidos y abrió un nuevo escenario.
— Un escenario en el que, hoy mismo (viernes), PP y PSOE se han unido para impedirle aprobar medidas de austeridad.
— Usted ha sido testigo de cómo ambos han votado juntos una iniciativa legislativa sin precedentes en España, que coloca a Asturias en estado de excepción porque prohíbe al Gobierno ejercer sus responsabilidades presupuestarias. Además, contradice las obligaciones de reducción del déficit que el propio PP y PSOE exigen desde Madrid a los gobiernos autonómicos.
— ¿Por qué no presentan una moción de censura para echarle?
— Esa es la gran pregunta. En este momento, el PP y PSOE están unidos para impedir que gobierne el Foro y lo que exige la democracia es que esta moción de censura de hecho se convierta en formal. Lo que no es posible es continuar con una situación en que ni dejan gobernar ni quieren gobernar.
— Donde no han podido frenarle es en relación con el centro Niemeyer.
— Se lo explico muy fácilmente. Recibe el 90% de su presupuesto de recursos públicos y la gestión pública requiere transparencia, pero no conocemos sus cuentas. El patronato se opone a una auditoría. ¿Por qué? El Niemeyer no puede ser un paraíso de la opacidad. Tiene que conocerse cuánto, cómo y en qué ha gastado.
— El 20-N, Foro obtuvo un diputado y un senador. Esperaba más.
— Yo me precio de tener siempre ambiciones muy… Aspiro a los mejores resultados, pero este es un paso adelante, mientras para otros ha sido hacia atrás. Asturias es la única comunidad donde el PP ha perdido votos y escaños.
— ¿Descarta volver al PP?
— Nunca hago pronósticos. La solución de un problema pasa siempre por atajar las causas. Como yo no he visto la más mínima voluntad de resolver el problema político que ha desembocado en la situación actual no se vislumbra en el horizonte una rectificación que permita dibujar ese escenario.
— Y si viera desde Madrid un cambio de actitud respecto a usted…
— No me gusta hacer fantasías… Es mucho más realista contemplar los escenarios y en este momento el que hay en Asturias es el de la reafirmación de la política de los últimos diez años: el acuerdo visible entre PP y PSOE porque así algunos viven mejor. Es mucho más cómodo estar en el Gobierno sin miedo de perderlo y en la oposición sin necesidad de trabajar.
— Será porque Génova lo permite.
— Esa pregunta hay que hacérsela a...
Álvarez-Cascos torea y embiste con idéntica habilidad. Por algo le apasiona la fiesta nacional. De hecho, hoy lleva unos cuantos toros amarillos en su corbata de fondo rojo e incluso, antes que político, fue cronista taurino. Firmaba en prensa como «Curro Pelayo», un seudónimo que aúna como pocos su afecto a los ruedos y a la «tierrina», en la que vive desde niño aunque nació en Madrid hace 64 años. Estudió en la Escuela de Minas de Oviedo antes de mudarse de nuevo a la capital para cursar Ingeniería de Caminos y empezar a construirse una biografía de compleja arquitectura.
Ferviente defensor de la religión católica y la familia, casado en terceras nupcias; buen pescador, cazador y mejor comedor, pero mal cocinero; hombre de ciencias y autor de cinco libros de Historia, promotor de 1.550 kilómetros de autopistas y nieto del fundador de los autobuses Alsa, se obra en él una insólita transformación tan pronto nombra a sus siete hijos. El presidente de Asturias se vuelve entonces manso. Padre vocacional. Ni rastro del político exigente, resuelto y tajante que manda en el Principado.
— Es autor de «Los parlamentarios asturianos en el reinado de Fernando VII». No le pega siendo ingeniero...
— Todos guardamos alguna tentación. Tengo enorme afición a la Historia, sobre todo del parlamentarismo español y asturiano. En el 82, cuando llegué al Senado, pasaba muchas horas en su biblioteca y empecé a leer diarios de sesiones y las actas de diputados de las Cortes de Cádiz… Hasta que un día dije: «¿Por qué no lo recojo en un libro?»
— Foro Asturias ofrece en su lema «trabajar a tres turnos» ¿Usted lo hace?
— A veces, a cuatro. De todas maneras, conviene respetar el turno del sueño porque, si se quiebra, se puede gripar el motor. Pero bueno, a tres turnos lo llevo bastante bien, ja, ja.
— ¿Cómo celebrará esta Navidad?
— Como siempre, en familia. Procuramos repartir los días para estar con todos. Somos muy tradicionales… Es verdad que en mi casa los regalos se concentraban en Reyes. Con el tiempo, una parte los hemos desviado hacia la Navidad porque así los niños disfrutan antes de los juguetes. Rompes la tradición española pero salen ganando ellos.
— Parece que se está perdiendo el sentido religioso de estas fiestas.
— No, la tradición cristiana en España no se está perdiendo. Otra cosa es que a algunos les interese decirlo. El espíritu de la Navidad está presente en todo el mundo occidental.
— ¿Pero se vive con sentido religioso?
— El carácter religioso va implícito. Algunos tratan de que trascienda la parte festiva y se pierdan las raíces del espíritu navideño, pero es un empeño inútil. Intentar borrar un fenómemo de tantos siglos porque alguno tenga una concepción materialista o «adanista»… Porque cada vez más gente cree que la Historia empieza cuando él nació. Que él es Adán.
— ¿Se considera un buen padre?
— Lo intento. Son el objeto principal de mi atención. Intento que ellos sientan que mi primera obligación es prestarles dedicación. Cuento con la colaboración impagable de mi mujer, porque no lo podría hacer si no hubiera compromiso mutuo. Yo tengo seis hijos, cuatro mayores y dos pequeños, y además está el séptimo que es el de ella. Así que yo integro hoy una familia de tres hijos pequeños. Y se llevan fenomenal con los mayores.
— ¿Cocina usted en casa?
— No, no es mi especialidad. Me educaron para poder atender todas las obligaciones que comporta el reparto de trabajo en una familia, pero la cocina no es mi especialidad. Me encontraría perfectamente cualificado para desempeñar cualquier otra tarea doméstica, incluida la de cuidar hijos, y dispuesto a compartirla.
— Hay pocos ministros que sean después presidentes autonómicos. Lo habitual es recorrer el camino inverso.
— He ido cumpliendo mis etapas y las he dejado yo casi todas sin nostalgia. Nunca he tenido vocación de eternidad en la política. Ahora he vuelto con la misma conciencia de transitoriedad. La política es una etapa de servicio, no puede ser oficio.
— ¿Se ve aún largo tiempo en ella?
— Lo más importante no es lo que uno quiera, sino lo que interpreta que quieren los ciudadanos.
— Pero uno se puede sentir cansado…
— Mientras la salud me acompañe, y hasta ahora me permite mantener el ritmo de tres turnos, lo más importante es interpretar lo que los demás quieren. No estaré ni un minuto más de lo que deseen mis compañeros. No hago quinielas sobre el horizonte. En los cargos no se debe uno eternizar, he propiciado el cambio en la mayor parte de los que he ocupado.
- El despacho.
Ubicación. Sede de la Presidencia, en el centro de Oviedo. Se comunica por un túnel subterráneo con el Parlamento regional.
Planta. Primera.
Tamaño. 75 m2 aprox.
Estilo. Contemporáneo, con moqueta beige y paredes en madera.
Cuadros. Arte moderno asturiano.
El detalle. Utiliza dos móviles Nokia más bien antiguos y sin Internet.
Montserrat Lluis, ABC