— ¿Cómo se vive el tiempo el día después de salir de La Moncloa?
— Lo más notable es la tranquilidad que uno recupera después de una situación en la que te acostumbras a estar siempre alerta. Esa es la primera toma de contacto que he tenido con mi condición de ex presidente desde el martes pasado.
— ¿Qué le pasó por la cabeza al abandonar el martes el Congreso de los Diputados después de veinte años?
— Me lo preguntaron. Normalidad. Lo tenía muy asumido y la democracia es eso. He cumplido una etapa y ahora empezará otra etapa para otras personas, para otros dirigentes del partido, para en este caso un gobierno distinto. Normalidad. Para mí el Congreso está lleno de buenos recuerdos, pero no tuve una sensación de nostalgia especial.
— ¿Hay alguna decisión de la que se sienta especialmente orgulloso en estos casi ocho años de gobierno. Aquella que dice la hice y volvería a repetirla?
— He dicho en estos últimos días que el balance y el análisis de lo que han sido estos siete años y medio necesita perspectiva. Y perspectiva en un doble sentido. Una, en un poco de tiempo y dos, que sean los demás los que evalúen mi etapa de gobierno. Uno mismo siempre es subjetivo al evaluar su acción. Me pide que identifique una decisión. Si tengo en cuenta el grado de reconocimiento y de agradecimiento recibidos, pienso en la Ley de Matrimonio Homosexual. Es difícil que no pase una semana sin que alguien me lo recuerde, me lo agradezca... Sí, es una de las decisiones que parece haber dejado huella. Tambien he recibido muestras de reconocimiento de los ciudadanos por la Ley de Dependencia. Aunque yo ahora tengo muy presente todo lo que hemos hecho en los últimos tiempos para preservar la autonomia y la solvencia de nuestro país.
— ¿Y al lado contrario. De las que ahora mismo señalaría, así a bote pronto, sin reflexión y sin nada, como la peor?
— Es evidente. Las decisiones de ajuste que tuve que tomar en mayo del 2010 han sido las más difíciles para mí y para que fueran entendidas.
— ¿Es cierto que sintió usted la crítica de aquellos que decían que con estas decisiones de recorte renunciaba a los principios que le llevaron a ganar en las urnas?
— Por supuesto que las escuché y las evaluaba. Pero desde la experiencia de Gobierno uno sabe que afronta situaciones difíciles y tiene que decidir. Y si eres un gobernante responsable decides lo que piensas que es el interés general para tu país.
— La crisis económica mundial y, por tanto, también en España ha sido su etapa más dura. Al hilo de la controversia que se ha montado en su partido, ¿las decisiones se tomaron tarde, no se quiso reconocer? ¿Qué fue lo que ocurrió?
— No. Dejemos tiempo para que eso se evalúe. Insisto, en una tarea de gobierno que tiene una enorme densidad y en una etapa tan intensa, no sólo difícil, sino tan intensa como la que hemos vivido, la evaluación necesita perspectiva. Por supuesto, en mi partido y ante la sociedad española.
— Pero convendrá que los mensajes del primer momento y el resultado final han sido un tanto contradictorios. Se pasó, por ejemplo, de decir que nuestro sistema financiero era el mejor del mundo a estar inmersos en una reestructuración de toda la banca para que pueda ser solvente. ¿Qué ha cambiado de ese mensaje inicial de somos los mejores al escenario actual?
— Hay escenarios que a veces cuesta explicarlos y reexplicarlos, pero nuestro sistema financiero en comparación con los sistemas financieros que sufrieron el shock del 2008, con la caída de Lehman Brothers, ha necesitado menos ayudas que la inmensa mayoría de los sistemas financieros de los demás países desarrollados. No ha habido ningún banco, ni mediano ni grande, que haya tenido problemas de solvencia; sí los ha habido en la mayoría de los países europeos y sí los ha habido en la principal potencia del mundo, que es Estados Unidos. Y hasta ahora, y confío que así siga en el futuro, toda la reestructuración del sistema financiero no se está haciendo con cargo a los impuestos de los ciudadanos; no ha costado dinero público. Sé que esto, aunque lo digamos una y otra vez, es difícil de reconocerse y de asumirse, pero es así. Por tanto, nuestro sistema financiero, lo que es la parte de banca ha aguantado muy bien y las cajas de ahorro sufren una reestructuración obligada y necesaria, pero que al conjunto del erario público no le va a costar dinero. Esto es muy importante. Por tanto, digamos que en términos comparativos el proceso ha sido razonable.
— Hay quien ha interpretado que tras el mensaje del grupo que apoyó a Chacón, ‘Mucho PSOE por hacer’, hay un exceso verbal y un exceso de deslealtad por parte de quienes han participado con usted en este gobierno y en estas decisiones.
— No. Si hay algo que he tenido como presidente del Gobierno es un apoyo incondicional de mi partido y una lealtad ejemplar de mis compañeros. Y las he tenido en decisiones muy difíciles. Eso para mí marca el carácter de un partido como el PSOE, que es ante todo un partido de gobierno y de responsabilidad. Ahora tenemos un congreso y es normal que antes haya un debate y lo va a haber durante este mes. Pero siempre los congresos le salen bien al PSOE. Dejemos que fluyan las energías, las posiciones y, por supuesto, la autocrítica.
— Es decir, ¿no le ha molestado el ‘Mucho PSOE por hacer’ ni ha impulsado usted el ‘Yo estuve allí’?
— No, no. Impulsar nada, desde luego. No, entiendo que es el proceso lógico del debate precongresual, donde hay que elegir una nueva dirección y hay que fijar los contenidos básicos de un proyecto. Insisto, si tengo algo es un enorme agradecimiento a los compañeros de mi partido.
— Habla usted de su partido y dice que le salen bien los congresos, pero Rubalcaba, Chacón o otra nueva vía como fue la suya en el 2000, ¿qué necesita su partido ahora para que el congreso le salga bien?
— No. Ya he explicado que voy a ser absolutamente neutral y ni siquiera voy a apuntar lo que pudiera pensar que sería más conveniente. Quiero ser extraordinariamente escrupuloso con el debate de los compañeros y, por supuesto, con lo que vayan a elegir.
— Hombre, eso contrasta con la postura que mantienen siempre Felipe González y Alfonso Guerra. Ellos sí que se involucran en el proceso congresual de su partido y son más pasado que usted.
— Bueno, se involucran… Yo viví la posición de Felipe González en el 35 congreso, en el que salí elegido secretario general, y fue neutral. Otra cosa es que todo el mundo quiera hablar con él y que sea referente. Bueno, son cosas distintas. Nuestro partido es un partido de militantes conscientes y libres que van a votar lo que piensen que es mejor para este momento y para el futuro del PSOE. Mi convicción es que como secretario general y ex presidente del Gobierno debo mantener el máximo respeto, porque del futuro tiene que hablar quien va a escribir el futuro. Así es como yo concibo la política. Mi tarea es la de apoyar a quien resulte elegido, igual que como ex presidente del Gobierno mi primera responsabilidad será siempre defender a España, hablar bien de España. Eso es lo que uno aprende ocho años después de estar al frente de los destinos de la nación, a querer más a tu país, a querer profundamente a España y, por tanto, ayudar humildemente en todo lo que se pueda a este país, gobierne quien gobierne.
— El traspaso de poderes ha sido ejemplar, como han reconocido tanto usted como Rajoy, que ha dicho incluso que le gustaría contar con usted y pedirle consejo. ¿Qué le parece el Gobierno que ha formado Rajoy?
— Le deseo suerte, de verdad. Deseo que todas las cosas salgan bien y no voy a juzgar al Gobierno. Creo que no es tarea del ex presidente del Gobierno, simplemente será la tarea de quien tenga que liderar la oposición. Y voy a ser disciplinadísimo en esta posición. Me parece que eso es bueno para la democracia, bueno para quien le toque la tarea de ser líder de la oposición, bueno para el Gobierno, para las instituciones y, también, porque es lo que me sale de dentro. Después de haber sido ocho años presidente del Gobierno y saber las dificultades que enfrenta esa tarea, lo último que haría es dar publicamente consejos o críticar a quien ahora le toca asumir esa función. Lo único que le deseo es mucha suerte.
— ¿Y usted que lo ha entendido tan bien, por qué cree que sus predecesores no lo han entendido así de bien?
— Yo no evalúo a los demás ex presidentes. Les tengo respeto, porque han sido votados por los ciudadanos y es un grandísimo honor. Yo voy a tratar de ser consecuente con mis convicciones, acerca de la función de presidente del Gobierno y de ex presidente del Gobierno que ahora me toca ejercer. Igual que he intentado hacer un traspaso de poderes que pudiera resultar útil para el Gobierno y creo que ha resultado útil. Hemos puesto a disposición del nuevo Gobierno toda la información, hemos contribuido a que tuviera un arranque con las mejores condiciones posibles, porque eso es bueno para España y porque eso es lo que se aprende en Moncloa: que tienes que hacer todo lo posible para que las cosas sean buenas para España.
— ¿Cuál debe ser el papel del Consejo de Estado?
— Está fijado en la Ley. Como miembro del Consejo de Estado participo en la función ordinaria, que es informar sobre los proyectos de Ley del Gobierno y también podré recibir algún encargo individualizado sobre alguna cuestión concreta. Será una tarea que haré con mucha ilusión, porque me parece un sitio en el que se puede ser útil, con toda la información que has acopiado en tu condición de presidente del Gobierno.
— ¿Cuándo cree que se va a empezar a salir de la crisis?
— Bueno, todas las previsiones, que son previsiones y todas hay que ponerlas siempre con un margen de cautela, apuntan a que 2012 será un año con dificultades todavía serias, pero que en 2013 podríamos empezar a tener síntomas de recuperación y, por tanto, de generar más confianza a la ciudadanía que es un factor fundamental para superar esta durísima crisis.
— ¿Centrar toda la política económica en reducir el déficit no está haciendo olvidar las decisiones del día a día, aquellas que afectan más directamente al ciudadano? ¿No se está centrando todo en el déficit público y olvidándose de aquellos que más sufren la crisis?
— Sabemos que la reducción del déficit afecta al potencial de crecimiento, porque el consumo público se reduce y eso reduce la demanda interna. Pero la reducción del déficit es una condición indispensable, repito, in-dis-pen-sa-ble, porque es el termómetro de nuestra capacidad de financiación y sin ella, sin una mínima confianza de los mercados, no podemos pensar en salir de la crisis. Es verdad que el crecimiento es fundamental y necesita estímulos, que no pueden ser fiscales, que tienen que ser reformas estructurales como las que se han venido haciendo y hay que completar y, sobre todo, un contexto internacional que favorezca el crecimiento. La economía está cada vez más globalizada y estamos viendo que en la medida en que el comercio internacional se frena, se frena el crecimiento de los países desarrollados; en la medida en que las expectativas del comercio mundial se incrementan, se incrementan también las de los países europeos. Hay condicionamientos globales, que tienen mucho que ver con la evolución de los países emergentes y, por supuesto, con cómo vaya la economía estadounidense... pero insisto reducir el déficit es una condición indispensable, necesarísima, aunque no suficiente, porque tiene que haber también un motor para el crecimiento y la confianza en la inversión.
— ¿Cree que este mal año que aún queda de crisis va a poner en riesgo las políticas del Estado del Bienestar?
— Las básicas no. Mi opinión es que las básicas no. Los fundamentos decisivos que tienen que ver con la sanidad universal, la educación pública y gratuita hasta los 16 años, con el sistema de pensiones, ahora con la ley de dependencia, creo que los podremos preservar. Y prueba de ello es que en esta etapa lo hemos preservado y que para el año que viene lo podemos seguir preservando y que toda la reforma que se está haciendo en la economía española en busca de ganar competitividad y restar deuda a la sociedad española, ahora no se aprecia lo suficiente, pero hará que en el horizonte sostengamos los pilares básicos del Estado de Bienestar. Mi opinión es que vamos a tener problemas en el ritmo de crecimiento de inversión en infraestructuras, que ha sido impresionante en los últimos ocho años, el mantenimiento de las infraestructuras, que es un alto coste para las administraciones públicas. Todo el proceso de racionalización de las administraciones públicas planteará debates no fáciles, pero interpreto que es necesario entrar en ese terreno.
— ¿Qué le parece la reducción de los ministerios de Rajoy a trece y la separación de Economía y Hacienda?
- Respeto absoluto. El presidente del Gobierno, que tiene las facultades constitucionales para tomar ese tipo de decisiones, tiene que tener su proyecto y su equipo. Lo mismo que yo conté con los ministerios que entendí convenientes en cada momento. La administración general del Estado, lo que es el Gobierno de la nación, tiene un funcionamiento serio, muy serio, es una administración muy racionalizada, con altos funcionarios de enorme capacidad, como he podido comprobar y quizá no está en la administración general del Estado donde se tengan que producir los cambios más importantes, sino en otras administraciones: comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones.
— ¿Le resultó especialmente ingrata la dura derrota de León sobre todo después del esfuerzo inversor de su gobierno y de usted y del empeño especial que puso en el desarrollo de esta ciudad y de esta provincia?
— No, no. Ya saben que tengo un grandísimo respeto a la voluntad democrática y a la voluntad democrática de los leoneses. Siempre he tenido una sensación muy reconfortante de apoyo de mis paisanos. De hecho, las dos veces que fui candidato ganamos ampliamente las elecciones en León y siempre que me encuentro con alguien de León me traslada una sensación de aprecio. Hoy mismo —por ayer— la gente que me he encontrado por la calle me ha transmitido su cariño y reconocimiento. Unas elecciones son unas elecciones. Pero el esfuerzo que he procurado hacer en León está ahí y cuando tengamos el clima económico más proclive creo que dará todos sus frutos para el despegue y el desarrollo de León. Una provincia que tiene sus dificultades porque los sectores clásicos han ido en declive y no es fácil convertir una tierra como León de la noche a la mañana en una potencia industrial, por los muchos factores geográficos e históricos que lo condicionan, pero tenemos que convertirla en una gran potencia y referencia del turismo cultural y de atracción de congresos científicos y una punta de lanza tambien en energías renovables, todo lo que supone el proyecto de la Ciudad de la Energía en El Bierzo. Esos son los dos grandes polos: el Bierzo, industria moderna y avanzada; y León, una capitalidad natural que aglutine las posibilidades de desarrollo a partir de los activos culturales. El auditorio y el Musac son dos grandes referencias con conocimiento en España y fuera de España. Eso se debe completar con el Palacio de Congresos. Por todo ello, tengo un pensamiento positivo sobre el futuro de León.
— ¿También será necesario un poco de perspectiva para que los leoneses sepan la importancia que ha supuesto tener un presidente del Gobierno de León?
— Yo he hecho lo que he podido. Incluso algunas veces se me ha criticado por traer muchas inversiones para León, como es conocido. Esa es la crítica que mejor llevo. Hoy me decían que bajo nuestro gobierno se han acometido 650 actuaciones en León; mis amigos se han comprometido a regalarme un dossier de las 650 actuaciones. Espero que sea útil. Lo importante es que esté ahí y que coadyuve al desarrollo y al progreso de la provincia de León.
— ¿Corre el riesgo León y todas estas inversiones de caer en el olvido?
— No. Todas las instituciones locales, como la sociedad, como los agentes empresariales... creo que valoran el potencial que ello tiene. El último ejemplo que he estado, digamos apurando al máximo posible, ha sido una inversión en el Palacio de Congresos, que era una reclamación de la ciudad y que me había hecho el alcalde, para que llegara a tiempo antes de que yo saliera de Moncloa.
— ¿Ni siquiera correrá riesgo, por ejemplo, la remodelación del Teatro Emperador?
— No, no creo. No debería.
— Alguna quizás será más lentas.
— Puede que haya alguna ralentización, pero ya he hablado con los diputados del PP estos días, cuando me he despedido de ellos en el Congreso, para que estuvieran atentos a algunas cuestiones que están en marcha, para que no se detuvieran. Y quedaron que sí, que estarían pendientes de ese proceso. Yo desde fuera también estaré pendiente.
— Finalmente se quedará a vivir en Madrid porque sus hijas se lo han pedido...
— Todos los padres entienden lo que me ha pasado; que es que tú propones y tus hijas disponen. Esa es la realidad de la vida y cuando tienen 16 o 18 años mucho más. Su vida está vinculada a Madrid, sus estudios y sus amigos. Trataré de estar aquí y allí, he venido a pesar la Nochebuena y la Navidad con mi familia en León y digo que me he sentido muy a gusto. Me tira mucho esta tierra y trataré de venir lo máximo posible.
— Siempre que le den permiso sus hijas.
— Bueno, cuando pasen algunos años sus vidas no sabemos dónde estarán, pero también quiero fomentarles el amor a León. Es que salieron muy pequeñas de León....
— En lo personal, fundamentalmente, ¿en qué ha cambiado la vida de aquel chico, al que tildaron de bambi, que salió de León para dirigir el PSOE y que acabó siendo, contra todo pronóstico, presidente del Gobierno, más sensatez, desconfianza...?
— He salido sin tener ningún sentimiento negativo hacia nadie ni hacia nada. Si se pregunta a uno, ¿quién piensa que puede haber sido mi mayor adversario político, con el que más he combatido... ? Uno podría pensar que Rajoy, ¿no?. Bueno, pues tengo una buena relación personal con Rajoy. Quien tiene el poder debe de procurar saber encajar las críticas, entender que se disputa lo que tú tienes y hay que entenderlo todo. He aprendido muchísimo en estos años. Sin embargo, me siento muy parecido en cuanto a mis raíces vitales; los amigos, la añoranza de la pesca de la trucha, un buen libro y la familia. Aunque, como es sabido, he recorrido buena parte del mundo, hay países que me han sorprendido y atraído, a los que volveré, pero uno puede ser uno mismo y crecer en la tierra de su niñez y su infancia.
— ¿Usted no ha sufrido el síndrome de La Moncloa?
— Eso también lo deben decir los demás. Pero antes dije, cuando me pregustasteis, la normalidad que sentí cuando ha llegado el momento de dejar el Congreso. Normalidad. El martes, al salir de La Moncloa, interioricé en 24 horas que comenzaba una nueva etapa, en la que tengo puestos también mis mimbres personales y profesionales. La Democracia llama a la normalidad. No he sentido nada cuando voy por la calle sin la seguridad propia del presidente del Gobierno.
— Hubo quien acuñó allá por el 2004, parafraseando a Alfonso Guerra con España, que si Zapatero ganaba las elecciones a León y a los leoneses no los iban a conocer la madre que los parió. ¿Ocho años después, los conocen?
— No tenga duda de que se ha hablado mucho de León porque yo soy de León. Y yo creo que estamos en mejores condiciones para, insisto, tener una etapa positiva cuando la crisis se recupere. Y, sí, he presumido mucho de León. Quizás sea uno de los leoneses con proyección pública que más haya presumido de León. Y seguiré trabajando por León. Un ex presidente tiene cosas que decir y capacidad para influir. Seguiré apoyando a León. Lo saben bien las instituciones locales, el alcalde o la presidenta de la Diputación; se lo dije, estaría siempre apoyando en todo lo que estuviera en mi mano.
— Usted en su último mitin aquí en León habló de tener la cabeza alta, orgullo en el corazón y humildad en la mirada. ¿A alguno de los cargos de su partido aquí en León le ha faltado cierta humildad en la mirada?
— ¿De León?. No. Son compañeros excelentes. Yo los quiero a todos porque me han dado mucho cariño.
— Y una última reflexión...
— Sí, al hilo de esto y de otras cuestiones de la entrevista. Uno de los esfuerzos que hago es intentar que en la política se hable bien del resto de los políticos. Para refutar esa idea de que entre nosotros todo es imposible. Porque, luego, cuando no hay cámaras ni fotos, la relación entre responsables políticos es mucho más fácil de lo que parece. Se dialoga y se llega a acuerdos. Hay que trasladarlo a la vida pública. Creo que al país le vendría muy bien que habláramos bien unos de los otros. Como ex presidente es lo que me he propuesto. Un clima de entendimiento. Esto siempre ayuda mucho.
- "A Rajoy le deseo lo mejor".
Zapatero, en su primera aparición pública tras dejar La Moncloa, visita DIARIO DE LEÓN, donde dice que prefiere a Sarkozy frente a Merkel y ensalza la «elegancia» de Obama.
La nueva vida de Zapatero, ex presidente, comenzó en Navidad. Por la Nochebuena en la que regresó a la casa de su padre, —«en las que no he podido estar en los últimos ocho años»— argumentó. Daños colaterales de la seguridad debida a un mandatario del país, que en esta semana se ha desahogado de preocupaciones ejecutivas. Ayer, José Luis Rodríguez Zapatero protagonizó en la redacción de DIARIO DE LEON un brindis navideño, «por el futuro, y por León». Con esas menciones, el ex presidente del Gobierno conversó con los redactores del periódico sobre sus proyectos inmediatos, en la etapa que abre tras cerrar por última vez la puerta de La Moncloa, y de un pasado próximo. «He ganado dos kilos esta semana», confesó Zapatero sobre el resultado de su salida de la función ejecutiva. «En estos años sólo pude ir tres veces de pesca», dijo acerca de una de sus aficiones de cabecera. Con ropa casual, pantalón tejano gris, camisa blanca y chaqueta azul de raya diplomática ancha, el ex presidente compartió inquietudes en su primera aparición pública tras su salida de La Moncloa. «Este año que viene no va a ser bueno, pero en el 2013 habrá síntomas de recuperación económica y mejorará la situación», dijo en el brindis que compartió en la redacción del periódico con Xamprada y vino Gotín del Risc, de la Bodega del Abad. De forma somera, resumió su época de presidente con 375 ruedas de prensa. «El doble de las que dio Felipe González en sus tres legislaturas como presidente», enfatizó, De forma esquemática, citó los malos momentos de los últimos meses, con la crisis pisando sus talones de presidente del Gobierno. «Aquel día de mayo que informamos del recorte de 15.000 millones, fueron dos minutos y medio muy difíciles» o «el 4 de agosto llegando a Doñana cuando la prima de riesgo supero los 400 puntos». En contra de la creencia general, Zapatero declara una buena relación con Rajoy «al que deseo lo mejor como presidente del Gobierno; y lo digo, aún siendo secretario del PSOE». Manifestó sus preferencias por Sarkozy, su respeto por Merkel de la que reconoce un trato excelente; de Obama señala «la elegancia, la cercanía, un hombre encantador». Y la vez expresa su admiración por Clinton. Memoria de 250 viajes internacionales «a Bruselas, 46», acentúa un político que cree esencial para Europa la dicotomía de protestantes y católicos. El ex presidente elogió la labor del Rey, «servidor del país, prestigio internacional y engranaje de la unidad de España». Zapatero fue obsequiado en el Diario con una fotografía del nacimiento del Burbia, fondo del calendario del 2012 del periódico, el libro de los 400 años de la cofradía del Dulce Nombre y un ejemplar del Diario con el reportaje de su último día en La Moncloa; fuera, vuelve a leer con pasión a Haruki Murakami y su Fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Lectura que puede compaginar con la del Diario de León «uno de los buenos periódicos», define Zapatero.
P. Lago, R. Blanco, L. Urdiales, F. Ramos, Diario de León