El presidente asumió el jueves en una reunión en la Moncloa la subida fiscal y puso condiciones.
Primero prometió que bajaría los impuestos, e incluía el IRPF; después que no podría bajarlos pero tampoco los subiría, y que los reduciría cuando las cuentas públicas estuvieran saneadas, lo que situaba en la segunda mitad de la legislatura. La realidad ha podido con las intenciones y sobre todo con las promesas del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tuvo que renunciar a sus compromisos y aceptar el viernes la propuesta que le presentaba su equipo económico, que suponía la subida de impuestos, comenzando por el IRPF, y el IBI.
La decisión se tomó en una reunión que mantuvo Rajoy con la vicepresidenta. Soraya Sáenz de Santamaría y el equipo económico del Gobierno: Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, Fátima Báñez y José Manuel Soria. Fue la medida que más le costó adoptar, precisamente porque iba en contra de sus promesas yde sus principios, pero no había más remedio. Era la única fórmula para recaudar los 6.275 millones de euros que prevé ingresar con estas subidas: 4.111 millones de las rentas del trabajo; 1.246 de las rentas del capital, 918 millones del IBI, que irá a los Ayuntamientos, para paliar la más que mala situación económica.
La decisión no fue fácil, aseguran en fuentes del Gobierno, pero no había más remedio para mantener el compromiso prioritario del jefe del Ejecutivo de cumplir con el objetivo de déficit establecido por Europa, yque Rajoy hizo suyo en el discurso de investidura. Esto obliga al Gobierno del PP a acabar el 2012 con un 4,4% de déficit en el ámbito de la administración pública, cuando la estimación de cierre de este año será del 8%, por la desviación en las cuentas sobre todo de las autonomías. Según fuentes del Gobierno, el Estado sólo ha superado el déficit en cuatro décimas sobre lo previsto.
De ahí que Rajoy exigiera en la reunión del viernes por la tarde que la medida de subida de impuestos, en especial el IRPF, tuviera un carácter temporal, durante dos años, los dos en los que pensaba no bajar impuestos, y que fuera progresiva, para que “no paguen la salida de la crisis los más débiles”. Y así lo explicó una y otra vez la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Y para ofrecer imagen de equipo apareció acompañada de Cristóbal Montoro, Luis de Guindos y Fátima Báñez en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que aprobó el decreto de medidas económicas, financieras y presupuestarias que incluye un acuerdo de no disponibilidad del gasto de 8.900 millones, que afectan a todos los ministerios, pero en especial a Fomento, Industria, Economía y Exteriores.
El paquete de medidas cayó como una bomba en el Consejo de Ministros, donde los ministros no económicos no se esperaban que las medidas iban a ser tan profundas. Si bien se daba por descontada y asumida la congelación del sueldo de los funcionarios, a los que también se les sube a 37,5 horas el número de las horas que deben trabajar a la semana; se congela el SMI y se suben las pensiones un 1%, pero nadie esperaba una subida de impuestos y menos del IRPF. Se había sopesado subir el IVA o los impuestos especiales. Las caras de los ministros, aseguraron asistentes a la reunión, reflejaron el alcance de las medidas que estaban a punto de tomar.
De ahí que incluyeran en el plan presentado decisiones que serán aplaudidas por los ciudadanos: reducción de un 20% de las subvenciones a los partidos políticos, con lo que se ahorrarán 30 millones de euros; y otro 20% de las subvenciones a los sindicatos y empresarios, que equivale a 55 millones de euros.
Rajoy anunció en su investidura que se comprometía a que el Gobierno explicara lo que hacía y en eso se empleó Santamaría: “El Gobierno ha tomado decisiones extraordinarias ante una situación extraordinaria”, porque ante situaciones como la que el Ejecutivo se ha encontrado “no vamos a tener la menor vacilación y las vamos a afrontar con decisión”. Pero con la apostilla de que “todas las medidas tratan de salvaguardar a los más débiles”, porque “no se pueden pedir más sacrificios a quienes no pueden dar más”, repitió una y otra vez la vicepresidenta.
Al menos de momento. Todo dependerá del cumplimiento de los objetivos de déficit y de la concreción de las cifras que el nuevo Gobierno va conociendo al detalle. El decreto ley aprobado ayer no será el único recorte. La vicepresidencia Santamaría lo dijo: “Es el inicio del inicio”. “Hemos empezado a tomar medidas”.
Carmen del Riego, La Vanguardia