La revuelta representa el mayor desafío para el Gobierno que sucedió al régimen de Muamar Gadafi al frente del país norteafricano y ha vuelto a generar dudas por la falta de capacidad del CNT para hacer cumplir la ley, desarmar a las milicias y proteger las fronteras.
La violencia aparentemente se desató después de que miembros de la milicia 28 de Mayo, afín al CNT, arrestasen a algunos gadafistas, lo que generó ataques de represalia contra las instalaciones del grupo armado. Algunas voces de Bani Walid dijeron el lunes ser testigos de cómo simpatizantes de Gadafi atacaban los cuarteles de la milicia progubernamental y les obligaban a retirarse.
Los rebeldes de Bani Walid, bastión de la poderosa tribu Warfalá, han aclarado que no simpatizan con el antiguo régimen, como se apuntó en un primer momento. De hecho, en la ciudad, uno de los últimos bastiones de los gadafistas, no se ve ninguna bandera verde característica de la anterior administración.
Unos 200 ancianos reunidos este martes en una mezquita anunciaron la abolición del consejo designado para Bani Walid por el CNT y la formación de un nuevo gobierno. Uno de estos representantes, Ali Zargoun, ha dicho que no aceptarán que el presidente del CNT, Mustafá Abdel Jalil, les "fuerce" a nada.
Otro de los notables presente en la mezquita, Miftá Jubarra, ha negado las confusas informaciones en torno a la movilización. "En la revolución libia, todos nos hemos convertido en hermanos. No seremos un obstáculo para el progreso", ha relatado, en declaraciones a Reuters.
Un portavoz de la fuerza aérea libia ha informado de que las autoridades han comenzado a movilizar aviones para acudir hasta Bani Walid, aunque no está claro que el Gobierno tenga capacidad para realizar un despliegue de estas características.
Reuters, Europa Press