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Putin asegura que sólo él puede salvar a Rusia de las revoluciones. El primer ministro abre campaña mientras la clase media se aleja del Kremlin

El hombre que evitó que Chechenia y el norte del Cáucaso se desgajaran de Rusia es el que tiene que guiar al país entre las turbulencias económicas, políticas y sociales que se prevén en el horizonte. “Ese hombre soy yo”, vino a decir ayer el primer ministro Vladímir Putin, quien con un manifiesto publicado en el diario Izvestia inició su particular campaña electoral para las elecciones presidenciales de marzo.

Según todos los pronósticos, el hombre fuerte de Rusia no tendrá mayores problemas (aunque sea en segunda vuelta) para ganar y convertirse en el jefe del Kremlin por tercera vez. Ya fue presidente de Rusia entre 2000 y 2008.

Putin aseguró que a la vuelta de la esquina el futuro tiene reservadas sorpresas desagradables. Y acusó a la oposición de no tenerlo en cuenta; de pensar únicamente en personas y de fracasar en proponer ideas para después de las elecciones del 4 de marzo. Según el cuadro que describe Putin, el futuro estará lleno de turbulencias mundiales en las que se mezclan crisis económica, disturbios sociales y tensiones étnicas. Los cambios rápidos o las revoluciones no sirven, aseguró. “Un problema recurrente en la historia de Rusia es el deseo de una parte de la élite por tomar atajos, por abrazar la revolución en lugar de un desarrollo sostenido. La experiencia internacional también muestra la naturaleza destructiva de los saltos históricos: tomando uno mismo el poder y destruyendo cosas sin crear otras nuevas”, escribió.

Rusia vive actualmente unos meses electorales sorprendentes. Decenas de miles de ciudadanos salieron a la calle el mes pasado, en protesta por el fraude electoral en las elecciones a la Duma, celebradas el 4 de diciembre. Las movilizaciones cogieron por sorpresa al poder y a todos los analistas. Desde tiempos de la Perestroika no había habido en Rusia jornadas de protesta tan numerosas como las del 10 y el 24 de diciembre de 2011.

La clase media rusa, formada en la última década, parece haberse dado cuenta de que el sistema creado por Putin no da para más. Las altas tasas de corrupción de Rusia frenan cualquier iniciativa de crecimiento individual. Las denuncias de fraude tras los comicios, difundidas como el rayo por internet y las redes sociales, hicieron el resto.

Los analistas señalan el día 24 de septiembre como una fecha importante para comprender lo que ahora está ocurriendo. Ese día se celebró el congreso de Rusia Unida, el partido que lidera Vladímir Putin. En ese foro el actual presidente, Dimitri Medvédev, anunció que renunciaba a la reelección y que dejaba paso a Putin, que optaría así a su tercer mandato presidencial. Más de lo mismo y ningún avance.

Pero esta situación es la que defiende Vladímir Putin en su artículo, transformándola en estabilidad y en los mejores años desde el fin de la URSS. Y él es sugarante. “Pocos recuerdan que a finales de los años 90 los expertos más respetados y muchos líderes internacionales llegaban al siguiente pronóstico para nuestro país: bancarrota y división. Viendo la situación actual con los ojos de los 90, les parecería simplemente idílica”, explicaba.

Frente a la “revolución” de sus oponentes, Putin propone en su escrito una política de acciones directas. Promete una “revolución educativa”, crear 25 millones de puestos de trabajo bien pagados en altas tecnologías y erradicar la pobreza en Rusia al final de esta década.

- Medvédev introduce reformas.

El presidente ruso, Dimitri Medvédev, propuso ayer a la Duma una ley para echar para atrás una de las medidas de Putin más criticadas en los últimos años por la oposición. La propuesta del jefe del Kremlin es restaurar las elecciones directas de gobernadores y presidentes regionales. Esta iniciativa forma parte de las promesas de reformas políticas que hizo días después de que comenzasen las masivas protestas de la oposición el pasado diciembre. Aunque se apruebe la medida, el Kremlin mantendrá una fuerte influencia en las elecciones regionales. La nueva norma permitirá a partidos políticos y personas particulares participar en las elecciones, pero serán necesarias “consultas presidenciales” para darles el visto bueno. Además, el presidente se reservaría el derecho de cesarles por “pérdida de confianza”. Putin suprimió en 2004 las elecciones directas a gobernador y, desde entonces, es el presidente de Rusia quien designa al candidato, que luego es confirmado por el Parlamento regional.

Gonzalo Aragonés, La Vanguardia