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Salva López: "Los financieros son las bestias negras de las empresas"

El profesor especializado en marketing publica el libro `Rockvolución empresarial´ con ideas del mundo de la música válidas para directivos y emprendedores.

Cree que en las empresas faltan emociones. Las mismas que transmiten los componentes de una banda de rock encima de un escenario. Salva López es profesor colaborador de marketing en ESADE Business School, además de asesor de varias empresas. Acaba de publicar el libro Rockvolución empresarial, con decenas de ejemplos extraídos del mundo de la música que pueden ser soluciones adaptables por los directivos de las empresas o por pequeños empresarios. López asegura que “las empresas que saben hacer música para los mercados logran que los mercados les aplaudan. Y hacer música es tener en cuenta las emociones de la gente”. Pink Floyd, Sting, Genesis, Deep Purple o Bob Dylan son solo algunos ejemplos de innovación, liderazgo o creatividad que pueden ser aplicados fácilmente por empresarios emprendedores. La relación de amor de Salva López con la música empezó en Sevilla cuando tenía 19 años al escuchar la guitarra de Joe Satriani interpretando la canción Always with me, always with you. Actualmente, tiene su propia banda de rock, Telémaco Dormía y dirige dos programas de radio, como no, sobre música.

- Detecto en su libro una constante reivindicación, no solo por la música, sino por las disciplinas artísticas en general. ¿Cree que la sociedad actual les ha dado la espalda?

- No pienso que se les haya dado la espalda, sino que en muchos casos se consideran un pasatiempo. Las hemos mercantilizado. Escuchamos música de fondo en el ascensor, o ponemos un cuadro porque tenemos que decorar una pared, pero la sensibilidad artística, que es una de las grandes señas de identidad de la existencia humana, no la tenemos muy desarrollada. Vamos al teatro para pasar el rato, pero muchas veces no somos conscientes de que el teatro es curativo y terapéutico. O vamos a ver una banda de jazz porque es muy cool, pero no nos damos cuenta que ahí dentro hay un trabajo brutal y que estamos viendo un equipo de alto rendimiento.

- ¿Echa de menos que en las entrevistas de trabajo no nos pregunten, por ejemplo, si tocamos algún instrumento musical?

- Claro, o que no pregunten cuáles son nuestras capacidades artísticas. Las entrevistas de trabajo son horribles, a mi me las han hecho incluso filmadas. Al final piensas, ¿qué es lo que quieres evaluar? ¿Si soy un ejecutivo agresivo? Para ello tendrían que intentar entrar dentro de mi cabeza para ver qué sensibilidad tengo o si soy capaz de trabajar en equipo. Pero no me preguntes si he jugador alguna vez a baloncesto. La manera de trabajar en equipo en una empresa es mucho más intelectual. El arte es muy intelectual. Cantar en una coral o participar en una orquesta, o en una banda de rock, es una manera muy buena de demostrar si sabes trabajar en equipo.

- Para trabajar en equipo hay que saber escuchar. ¿Es una asignatura pendiente en la sociedad actual?

- No sabemos escuchar, directamente. Estamos esperando a que acabe el otro para soltar nuestra frase sobre el tema, como si fuera una competición, un combate dialéctico. Pienso que los músicos saben escuchar mucho más.

- ¿Las personas que se han vinculado a la música tienen aptitudes más desarrolladas que los que no lo han hecho?

- Totalmente. Hablo de música en este libro porque soy músico, pero también podríamos hablar de teatro, por ejemplo. Los actores de teatro, especialmente los que se dedican al musical, son personas mucho más avanzadas. Los artistas se han tenido que explorar mucho. Por ejemplo, el músico tiene que escuchar muy bien sus emociones cuando compone porque son las emociones que intentará proyectar en los demás. Eso es auto conocerse. Así que veo que la mayoría de artistas son personas muy evolucionadas, incluso a nivel espiritual. Y en el mundo empresarial veo muchos directivos que dan órdenes, pero me falta esta componente humana, artística y espiritual.

- Su libro está muy focalizado en un estilo musical como es el rock. ¿Qué cree que aporta el rock que no aporten otros estilos y que lo haga extensible al mundo empresarial?

- El rock es un mundo muy crudo, muy animal. El jazz es muy espiritual y la música clásica es mucho más cerebral. En este ejercicio que hacen los músicos de rock de intentar domar, se convierten en una especie de chamán. Cuando hacen esto, los músicos de rock consiguen una conexión muy especial con el público. Es algo que debe tenerse muy en cuenta. Cuatro tíos que están tocando en un garaje y que puede ser que en unos años estén encima de un escenario liderando 20.000 personas en un estadio. Y algunos transmiten mensajes de reflexión humana. Los artistas siempre intentan transmitirnos alguna cosa para hacernos reflexionar y que nos permitan mejorar como especie.

- ¿Qué cree que es más importante saber gestionar, el talento o el entusiasmo?

- Pienso que muchas empresas se han volcado en los últimos años en la gestión del talento. Incluso se hacen estos programas fantásticos en los que se analizan tus talentos y se concentran en los que tienes poco desarrollados para que los mejores. Cuando hacen esto te están poniendo exactamente en la media, que es donde está la mediocridad. ¿Queremos muchos empleados mediocres? ¿Por qué no hacemos otra cosa?

- Usted dirá…

- Gestionar su entusiasmo, potenciar esas cualidades en las que la gente brille de forma natural. Allí será donde se podrán entusiasmar con su trabajo y aportar más valor en una empresa. De esta forma tendremos trabajadores muy distintos, y cada uno de ellos será único, singular y aportará un valor que diferenciará a la empresa.

- Y ahora es cuando me dice que las bandas de rock hace tiempo que trabajan así…

- Sí. Cuando entras en una banda no te hacen tocar el instrumento que menos dominas. Potencian las habilidades que ya tienes. Y es el gran error de las empresas, potenciar el talento y no el entusiasmo de los trabajadores.

- Gestionar entusiasmo en una doble dirección, por una parte el de su equipo, en el caso de una banda el de sus componentes, y el de los fans, en una empresa los clientes. Empecemos con el equipo. ¿Cómo deben las empresas gestionar el entusiasmo de sus trabajadores en momentos difíciles como los que vivimos?

- Primero es dejar que la gente se lo pueda pasar bien en su trabajo y que tenga la oportunidad de brillar. ¿Cómo? Mostrando sus talentos naturales. Dejemos que los trabajadores se muevan dentro de las empresas en los ámbitos que más dominan, y dejemos que colaboren. Soy asesor de empresas, y conozco una empresa de tecnología que funciona como un grupo de rock. Son informáticos y generan aplicaciones móviles, tienen clientes y proyectos, así que tienen obligaciones. Pero se conceden a ellos mismos un día a la semana para tener un espacio de libertad donde puedan generar proyectos basados en sus propios intereses y se agrupan por pasiones. El nombre técnico es equipos dirigidos por la pasión. Esto les mantiene entusiasmados con la empresa, siguen aprendiendo, trabajan en equipo y nunca saben si esta tecnología les resultará rentable algún día. Las empresas tienen que permitir que la gente se presente voluntaria para proyectos y se tiene que gestionar el conocimiento. En muchas empresas nadie sabe quién sabe qué.

- Involucrar a los trabajadores en nuevos proyectos sin descargarles de otras faenas suele acabar en desmotivación…

- Sí, es cierto. Es algo que nuestra cultura tampoco está haciendo bien. Los americanos sí que dan cancha a las personas que tienen ideas y entusiasmo. Saben que es positivo para ellos y para la empresa. Si hay alguien que tiene una propuesta miran de liberarlo de otras obligaciones para que pueda centrarse un poco en ella. Aquí, en cambio, somos muy del “tira adelante pero no te olvides de todo lo demás”.

- Cuando habla de líderes asegura que muchas bandas de rock tiene un tipo de liderazgo rotativo, en el que todos asumen ese rol en algún momento cuando es necesario. ¿Están las empresas preparadas para este tipo de liderazgo?

- No, ahora mismo esto es ciencia ficción para ellas. Pero sí que es cierto que la ciencia ficción nos ayuda a visualizar el futuro que queremos, y eso implica perseguirlo. Es un buen sistema porque de esta forma no hay un líder que se quema, y si sucede, siempre hay otro preparado para tomarle el relevo.

- ¿Cuál cree que es el liderazgo que predomina hoy en día en las empresas?

- Tenemos un liderazgo basado en un organigrama que es un árbol y el jefe de la plantilla es el que manda. Creo que eso no es así, un jefe tiene que estar al servicio de su equipo, no mandarle. Y está para desarrollarlo, no para exprimirlo. Un buen jefe es aquel que enseña cosas y hace que evoluciones. Los jefes que más me han enseñado son los que más adoro, y los que más me exigían son los que detesto.

- ¿Estamos muy lejos de que las empresas traten a sus clientes como fans?

- Sí. Ha existido una evolución grande desde la revolución industrial, pero ahora estamos en un momento muy distinto, en el que debemos implicar al cliente en la creación del producto. Hay mucha gente que está deseando decirnos que es mejor que hagamos el producto rojo y no amarillo. Quiere darnos ideas para que mejoremos sus productos. Y parece que esto nos incomoda porque lo tenemos como alguien que tiene que pagar y callar. Muchas veces no nos damos cuenta de que los clientes tienen una riqueza, nos dan ideas, nos ayudan a mejorar el producto. Con el auge de las redes sociales se nos plantea la posibilidad de que el mercado sea una conversación, pero no estamos acostumbrados a hacerlo.

- Otro error recurrente de muchas empresas y que usted recoge en el libro es olvidarse de los clientes de siempre en su ánimo por captar los nuevos.

- Sí, exacto, y es un error terrible para las empresas. Y en el libro pongo el ejemplo de alguna banda que se caracterizó por cuidar muy bien a los fans de siempre, ofreciéndoles contenidos o promociones exclusivas. Aquí hay que hacerse una pregunta simple. ¿Qué queremos, un cliente que venga porque le hemos hecho una oferta o uno que venga porque otro cliente que es fan le ha dicho que lo hiciera? Hay que crecer, pero también es muy importante cuidar a tus clientes de siempre.

- Los grupos de rock suelen tener líderes que son muy excéntricos. ¿La excentricidad puede ser una virtud positiva para la empresa?

- La sociedad necesita personas excéntricas. No puede ser que todos seamos iguales. Elvis Presley fue un ejemplo para su generación. Generó el modelo de joven rebelde en una sociedad americana muy conservadora. Y ahí aparece la primera generación de personas que le dicen a sus padres que “no”. Los excéntricos fueron los que lograron mover todo esto. Si no existieran artistas que removieran esta conciencia social, los cambios no serían posibles. La excentricidad aplicada a la empresa consistiría en pensar de maneras distintas. La mejor manera de innovar es no hacerse siempre la misma pregunta. Los músicos se hacen preguntas distintas porque ven el mundo de otra manera. Cuando en este circuito introduces una pregunta, sale una respuesta que es distinta.

- Muchas empresas exigen creatividad pero no la enseñan. ¿Quién debería hacerlo?

- Las artes están muy presentes en el inicio del sistema educativo. Como los niños no pueden hacer mates, pintan, bailan, hacen música. A medida que van creciendo los vamos enfocando en su cabeza, a cultivar su mente o intelecto, pero no sus emociones. No recibimos una suficiente educación artística y pienso que es fundamental porque nos hace crecer como personas. Sino lo que pasa es que nos hacemos mayores y llegamos con una cabeza muy bien amueblada pero no conocemos nuestras emociones, nos enfadamos por nada y no sabemos resolver conflictos emocionales con los demás, no sabemos educar a nuestros hijos. Es importante que la educación nos permita ser creativos y mantener la creatividad que todos tenemos de serie para que cuando seamos adultos podamos ser creativos en el mundo de las empresas.

- La creatividad implica un riesgo. ¿Cree que las empresas tienen excesivo miedo al fracaso?

- Sí, totalmente, aquí se penaliza el fracaso. El otro día un conferenciante dijo, “si vuestros empleados no se equivocan nunca, preguntaros si están trabajando”. El ser humano se equivoca porque es la manera de aprender. En nuestro marco cultural las empresas penalizan el error. Alguien que sabe que si la caga será penalizado, no se va a arriesgar. ¡Luego no le exijas que innove! Tenemos que estimular el mecanismo a prueba de error y hay una serie de frases que están muy arraigadas que nos impiden hacer experimentos y ser innovadores. Una es aquella de “no vamos ahora a reinventar la rueda”. Pues sí, si se tienen que reinventar las ruedas, se hace. Los músicos que se han enfrentado a un instrumento y han aprendido solos, son los que más han innovado, porque nadie les ha dicho como tenían que hacer las cosas y han sido más creativos.

- Si los grupos de música tuvieran los departamentos financieros de las empresas, ¿cuántos habrían llegado hasta hoy?

- Muy pocos. El espectáculo musical más grande que se ha hecho en toda la historia de la humanidad es The Wall, the Pink Floyd. Ellos perdieron 600.000 dólares. Pero fue un espectáculo que revolucionó el mundo de la música y ahora han paseado el nuevo The Wall por todo el mundo y se han forrado. Los financieros son las bestias negras de las empresas. Los financieros han transformado las empresas en entidades financieras, poniendo un límite económico que les convierte a ellos en muy importantes, ya que cualquier decisión tiene que pasar por su departamento. Y ellos no entienden de creatividad e innovación.

Albert Domènech, La Vanguardia