Muchos años más tarde coincidieron en un hotel donde se celebraba un seminario sobre Europa. Arzalluz esperaba el ascensor y éste, que venía del piso superior, paró. Dentro venía Manuel Fraga con otras personas. Al entrar Arzalluz el ascensor empezó a pitar por el sobrepeso. Y Arzalluz salió diciéndole a Fraga: “¿Ve Don Manuel como somos incompatibles?”. “Se equivoca Don Xabier -le contestó Fraga-, lo que se demuestra, es que somos dos pesos pesados”. Buena anécdota.
Pero no todas las vivencias son tan amables. Uno y otro se dijeron las de Dios en su actividad pública. Arzalluz no entendía como una persona con semejante pasado diera posteriormente clases de democracia y de como una persona tan antiautonómica terminara su paso por el ejecutivo como Presidente de la Xunta de Galicia y con aquel slogan de su primera campaña: “Galego como tú”.
En mi última visita a Santiago el día del Apóstol el 25 de julio fuimos a Santo Domingo de Bonaval donde se encuentra el Panteón de los Galegos Ilustres. Allí tuvo lugar el acto anual de las ofrendas florales a Castelao y a Rosalía de Castro. “Estamos todos temblando de que nos pidan se entierre a Fraga aquí como primer presidente de la Autonomía Galega”. Al parecer lo van a enterrar en Perbes, pero nunca se sabe.
Lo que sí me ha extrañado es ese coro madrileño de loas con tan poca mesura y discreción a una persona como Fraga destacando solo su lado de puente entre el régimen de Franco y un sistema democrático. A Kurt Waldheim, el ex secretario general de la ONU y cuando luego fue presidente de Austria le hicieron la vida imposible por su pasado en alguna unidad de la Wermatch y sin embargo a un señor que estuvo presente en un Consejo de Ministros donde se decidió fusilar a Grimau, aquí nadie recuerda estas cosas que son consideradas de mal gusto.
Bien es verdad que el Fraga autoritario, facha, no demócrata, impositivo y prepotente distaba mucho del Fraga que nos tocó ver todo el año pasado entrando a duras penas en el Senado, ayudado por un señor que le llevaba en su silla de ruedas y andando dando grandes bandazos. Eso sí. No se equivocaba en ninguna votación. Pero daba lástima, como ser humano.
Le recuerdo también hace dos años en un viaje a Guinea. Obiang le había invitado a cuenta de haber sido Fraga quien firmara el acta de la independencia y Moratinos lo llevó de gran señor. EI dictador guineano le condecoró con la Orden de la Independencia guineana y empezó su discurso diciendo: “Ahora que a usted le quedan pocos meses de vida…” Se lució.
En fin, Fraga da para mucho, pero sobre todo para fotografiar lo que ha sido la transición política española. Fraga, un patriota, un hombre de estado. Txillardegi el hombre que bautizó a ETA. El bueno y el malo. Blanco y negro. La dictadura, el mal necesario; la violencia de respuesta, el mal total.
Typical Spanish.
- Por encima de mi cadáver.
Sofía Imber y Carlos Rangel eran los periodistas punteros de la opinión política venezolana en 1977 año en el que Fraga viajó a Venezuela. De allí, la Junta Extraterritorial y si mal no recuerdo Jon Mikel Olabarrieta, me llamó para decirme que los periodistas se habían puesto en contacto con ellos para ver si querían le hicieran a Fraga una pregunta y por eso nos llamaban.
En ese mes de enero de aquel trepidante año, lo más urgente encima de la mesa era, además de la legalización de los partidos políticos, la despenalización de la ikurriña perseguida durante toda la dictadura y que acababa de producir la muerte de un guardia civil cuando al irla a quitar, explotó una bomba que se encontraba escondida cerca del lugar. Por eso inmediatamente le dije: “preguntarle sobre cuando permitirán izar tranquilamente la ikurriña sin que pase nada”. Y lo hicieron.
Fraga, contestó lo de su cadáver pero luego negó haberlo dicho. De ahí que Sofía Imber, la periodista que le había formulado la pregunta, publicó en el diario Universal de Caracas el 25 de enero de 1977 una columna a la que tituló “Cadáveres” donde explicó como había sido todo. Fue así:
- Cadáveres.
Yo, la Intransigente
Por: Sofía Imber
No había tenido ocasión de comentar un asunto que me es especialmente cercano, tanto por su naturaleza como por la admiración que tengo por el pueblo vasco. Se trata de la disposición del gobierno español de Adolfo Suárez, Primer Ministro del Rey Juan Carlos, de permitir enarbolar en Euzkadi la Ikurriña, la bandera vasca. Ya existía, desde hace algunas semanas, una tolerancia “de facto”. Pero ahora la autorización fue formal y oficial, y la ikurriña pudo ondear en el asta de todas las alcaldías del país vasco, vitoreada donde quiera por millares.
Esta es una lección para quienes en funciones de gobierno dicen “nunca”. En mayo del año pasado (1976), en una entrevista por televisión, el entonces Ministro del Interior y vicepresidente del gobierno español, Manuel Fraga Iribarne, nos dijo justamente eso con relación a la Ikurriña, y hoy aparece gravemente corrido. Como el señor Fraga ha negado lo que dijo, en días pasados repetimos la grabación de esa parte del programa (¡qué maravilla es el video-tape!), donde el diálogo se desarrolla así:
P. ¿Por qué la policía sigue impidiendo que la bandera vasca sea exhibida?.
R. Le voy a contestar con mucho gusto. Hemos autorizado todas las banderas regionales menos la vasca, porque no es una bandera regional, es una bandera separatista, es una bandera, si es que me permite que lo diga, falsa. Las banderas provinciales de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa son muy repetidas. Los pendones locales de Bilbao, de Álava se están exponiendo todos los días. Pero la llamada Ikurriña y mal llamada vasca, fue dibujada por Sabino Arana con fines separatistas… y es una mala copia de la bandera inglesa; que por cierto no es un buen paralelo para un español, trasladar la Unión Jack a otros colores. Y esa para muchos vascos es un insulto, y para los españoles, por supuesto. Hay una diferencia entre una bandera por la cual se ha atentado contra la unidad española, y las banderas regionales como la catalana o la valenciana que están perfectamente limpias… Voy a decir lo siguiente: yo he planteado esa cuestión y han sido los vascos los que han dicho que no la aceptan de ninguna manera… la mayoría de los vascos no la quieren. No estoy hablando de españoles, sino de vascos cuando digo esto. Y en todo caso, antes de permitir exhibir esa bandera, pasarán sobre mi cadáver…”.
El señor Fraga sigue vivo, y la Ikurriña está ondeando en Euzkadi. De manera que si sobre algún cadáver se ha pasado, podría ser sobre el cadáver político del Sr. Fraga. Como no sea que la “mayoría” de vascos que según él no quieren la Ikurriña, voten masivamente por él en las venideras elecciones”.
Hasta aquí el artículo de la periodista Sofía Imber. Fraga ha fallecido y la ikurriña ¡está más tiesa que nunca!.
El blog de Iñaki Anasagasti, Deia