Recuerdo el congreso del PP de 1996. Fue un tiempo de preparación de un partido que se preparaba para llegar por primera vez al Gobierno. Venía de ser partido de oposición, nunca había gobernado España. Entonces elaboramos un programa para cambiar las cosas. Lo recuerdo como un tiempo de ilusión. Lo viví con gran intensidad. Los congresos del PP siempre han sido un lugar de encuentro para los militantes, donde se respira compañerismo. Es el momento más especial de la vida interna de un partido. No es lo mismo ser partido de oposición que de gobierno y recuerdo cómo Génova se vaciaba porque muchos se iban al Gobierno. En esa etapa me quedé cuidando del partido. El congreso de 1999 fue diferente porque ya habíamos gobernado y estamos en vísperas de las elecciones de 2000. El cambio que queríamos para 96 ya estaba hecho. Habíamos cumplido los objetivos, entonces bajaban los tipos de interés, teníamos los mejores datos de Europa, mejores incluso que Alemania. El 2004 fueron tiempos más duros. Tiempos distintos con una cosa común: la ilusión de sus militantes.
La Razón