La progresía de ahora, la del PP, va a ser el sumidero por donde se van ir no sólo las ideas de la izquierda que diría Anguita, si no, muy posiblemente, los vividores de la izquierda que han estado chupando de la mamandurria durante largo tiempo. Entiendo pues el monumental enfado que los sindicalistas tienen con Rajoy. Y entiendo que le monten una huelga general con trompetas y estandartes. Para protestar por los recortes sociales y, cómo no, por los personales. ¡Hasta ahí podíamos llegar, dar el salto de obrero a señorito para que ahora lleguen los del PP a desmantelar el chollo del sindicato!
Gracias a los sindicatos, muchos de sus líderes han obtenido poltrona, sueldos astronómicos, cursos y subvenciones del Estado cuyos euros han recontado desde el coche oficial. ¿Cómo encajar, pues, que el edén se acabe?
El Gobierno ya ha limitado los sueldos en las empresas públicas, ha recortado las ayudas estatales a los sindicatos y más de un liberado ha tenido que coger de nuevo el pico y la pala para simultanear representación sindical con trabajo. Desde esta dolorosa trinchera se asoman los sindicatos a las manifestaciones de esta mañana. Y desde esa dolorosa realidad preparan ya la huelga general. Si así son las cosas ahora, cabe preguntarse qué vendrá cuando los sindicalistas deban dejar los consejos de Administración de Cajas y empresas públicas. Porque este es el lógico devenir de los tiempos. Y porque cabe esta reflexión: si un empresario no se sienta en el comité de los trabajadores de la empresa ¿por qué un sindicalista debe sentarse en su Consejo de Administración?
La Razón