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Prison Book: los libros y el sistema penitenciario británico

La polémica de la semana —en cuanto al mundo de la literatura se refiere— nos viene desde esa línea tan pintoresca que es Gran Bretaña. Y es que diversos autores y expertos en sistemas penitenciarios han denunciado la medida del Ministro de Justicia, Chris Grayling, sobre el acceso a libros del exterior a los presos de las cárceles de Inglaterra y Gales.

Básicamente la medida prohíbe explícitamente enviar libros a los presos, así como cartas, tarjetas de felicitaciones y otros muchos artículos. Grayling justifica esta medida, impuesta desde noviembre de 2013, por dos motivos: para evitar el tráfico de drogas y otros elementos ilegales y, por otro lado, como parte de un sistema de castigos y recompensas.

Hay que aclarar que, aunque lo haya dicho de esa manera, es incorrecto decir que los presos no pueden recibir libros. Sí que pueden… si los compran vía Amazon y otras páginas similares. El problema aquí es que deben comprarlo de su salario semanal (entre 12 y 18 euros al cambio) a través de Amazon y otras tiendas aprobadas por el sistema penitenciario. Y evidentemente de ese escaso dinero tiene que sacar para comprar cosas básicas como productos de higiene y demás.

- ¿Crimen y castigo?

Muchos ven esta situación como un atentado más a la divulgación de la cultura y un castigo al criminal… y la verdad es que cuanto más he leído del tema menos me gusta la decisión del ministerio de justicia británico. Entiendo que se quiera restringir el acceso a libros, revistas y otros accesos como medida de seguridad al igual que se vigila el correo y las conversaciones. Pero una cosa es limitar y otra cosa es prohibir.

Sobre todo si estamos hablando de un sitio donde el acceso a libros ya de por sí está limitado. En algunas prisiones la biblioteca tiene una limitación de tiempo de 20 minutos y en otras los presos ni siquiera pueden acceder a un libro… y los que tienen libros solo pueden poseer un número limitado de ellos.

No quiero meterme ahora en camisa de once varas, inundándome en tejemanejes políticos. Simplemente me limitaré a decir que me parece una medida errónea. Sobre todo desde el punto de vista psicosocial. Un libro es un elemento motivador, un medio de evasión de la realidad carcelario amén de un excelente compañero de fatigas.

(Albertini, Papel en Blanco)