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Amy Tan, la escritura como búsqueda de la identidad

La escritora norteamericana de raíces chinas Amy Tan regresa, tras casi ocho años de ausencia, con una novela río en que nos cuenta la historia de tres generaciones de mujeres que luchan por su destino en El valle del asombro

Amy Tan asegura que a ella la escritura le sirve para definir su identidad y saber cuál es su lugar en el mundo. Prueba de ello es que su novela surge de un descubrimiento, unas fotos de su abuela que sugieren que pudo ser una cortesana y, por tanto, que la historia de su vida en realidad no era como la había contado.

En El valle del asombro confluyen lugares comunes de sus otras obras: la lucha de las mujeres por buscar una identidad, las complejas relaciones entre madres e hijas, la familia como escenario de mentiras y secretos y, por encima de ello, la necesidad de recuperar la memoria e indagar en el pasado para recomponer el presente.

- ¿Cómo surgió la idea de este libro y qué ha pretendido transmitir en él?

- El libro gira sobre la creación de mi identidad, es una constate ya que mis libros siempre responden a temas relacionados sobre mi identidad. Me hago preguntas que intento responder. La idea del libro quizá es si se puede cambiar las condiciones de la vida

Toda la idea sobre mi vida cambió cuando encontré una fotografía de mi abuela. Una fotografía que sugería que podía haber sido una cortesana. A mí siempre me habían dicho que ella era una mujer más bien anticuada y tranquila y que se había suicidado, porque esta era la única manera para ella de poder vivir su vida después de ser violada y forzada a convertirse en concubina.

Pero al encontrar esta fotografía descubrí que no era una mujer tan tranquila y calmada, sino que tenía opiniones muy fuertes y que incluso tenía una posición de fuerza sobre las otras concubinas que estaban sometidas a ella y la tenían que escuchar.

Pero lo que me provoca o interesa de esta historia no es tanto el sentimiento de desesperación de mi abuela, sino la idea de que su carácter era el de una mujer fuerte que luchaba porque se negaba a someterse al destino. Y la verdad es que esto tenía sentido porque mi madre también era bastante así.

Mi madre siempre luchaba contra lo imposible. Por ejemplo, cuando mi padre y mi hermano murieron, ella se negaba a escuchar a los médicos que le decían que no se podía hacer nada. Lo intentó todo, desde rezar a Dios a intentar encontrar un remedio médico milagroso… descubrir si había una maldición que nos había caído encima y ver como la podíamos romper…

También me di cuenta que mi madre siempre había odiado por encima de otra cosa la condescendencia, que alguien la mirara un poco por encima del hombro. La condescendencia no la podía soportar, la odiaba tanto que a menudo nos amenazaba con matarse. Viví toda mi vida con esta amenaza de mi madre.

Yo luché contra este destino batallando contra mi madre. Y con todas estas influencias yo me he preguntado cómo me he convertido en la persona que soy, incluido el hecho de ser escritora. Como ves es una respuesta muy larga…

- En El valle del asombro vuelve a indagar en las relaciones entre madres e hijas, ¿cree que es una relación que define la vida de las mujeres y que transciende a todas las culturas?

- Mis lectores dicen que mis libros van de madres e hijas, pero también hay otros temas en mis novelas. Pienso que mi madre es efectivamente una de las influencias más importantes de mi vida, pero también hay otras. Y eso incluye por ejemplo las circunstancias en que nací. Unas circunstancias diferentes a mis hermanas, que nacieron en China y que trabajaron en los campos de arroz.

- ¿Cree que esta relación define la vida de las mujeres, este intento de repetir o no repetir la vida de sus madres?

- Yo en mi familia he visto la repetición, por ejemplo en el trato a los niños. Pero creo que estos patrones se pueden romper o se pueden cambiar en cierto modo. Especialmente si entendemos de dónde vienen estos patrones.
En mi caso, no me gusta quedarme las cosas dentro, la forma de romper con ese patrón es escribir.

Y conozco muchas mujeres que han tenido una infancia terrible, que han sido maltratadas, y que no han repetido los errores.

- ¿Por qué los personajes masculinos tienen tan poco peso en sus novelas? Son casi un arquetipo, al contrario que los personajes femeninos, que están escrupulosamente diseccionados. Los hombres aparecen difuminados… sabemos muy poco de ellos...

- Bueno, mi madre siempre hablaba de hombres espantosos y yo, cuando miro la historia de mi familia, sobre todo veo la fortaleza de las mujeres a través de las circunstancias reales que les tocaron vivir.

También creo que la sociedad en el pasado dejó que los hombres hicieran cosas que hoy nos parecen abusivas y crueles. No todos los hombres son así, yo tengo un marido fantástico y hace 44 años que estamos juntos. Y si hubiera sido como esos hombres, seguro que no estaríamos juntos.

Además, una historia de buenos hombres con mujeres felices no es interesante porque no hay conflictos. Una gran parte de lo que nosotros somos y en lo que nos convertimos tiene que ver con los conflictos, en cómo tenemos que luchar contra la posición en la que nos colocan, la posición en que nos toca vivir.

- Sus novelas están llenas de abandonos… mujeres que son abandonadas, que a su vez abandonan hijos, pasado, país, cultura…

- Sí, es un tema sobre el que he reflexionado mucho porque en nuestra familia se repite. A mí me preocupa pensar que mi madre había abandonado a sus tres hijas. Eso es algo que yo descubrí cuando cumplí los 16 años.

Después yo he intentado explicar a la gente sus razones o motivaciones, pero las únicas razones que yo descubría me parecían un poco egoístas. Ella no podía soportar estar con su marido de entonces e intentó huir y después se enamoró de otro hombre que acabó siendo mi padre.

Es un poco como la historia de las parejas que se divorcian y los hijos quedan en el camino. Los hijos a veces quedan bajo custodia compartida, pero en este caso las hijas se quedaron en China, muy lejos.

- ¿Esto puede demostrar que la maternidad está sobrevalorada?

- Bueno yo lo que tengo que pensar es como hija. Si a mí me hubieran abandonado qué pensaría… que no era aceptable yo para una madre…

Podemos decir que la madre tiene tanta responsabilidad como el padre… pero yo creo que hay muchas cosas que nos hacen ver que las madres tienen más responsabilidad.

No sé si eso debería ser así o no, pero son las madres las que protegen, son las madres las que se preocupan por los hijos y nos guían y nos alejan de peligros. En este sentido son mucho más parte de nuestra vida cuando somos pequeños.

En nuestra familia el tema de los abandonos es importante. Mis tíos, los hermanos de mi madre, abandonaron cada uno de ellos a una hija.

Entonces una se pregunta cuáles son las circunstancias que llevan a esa situación y si se pueden justificar o entender de alguna manera.

Y si lo miras desde el punto de vista del niño es muy diferente. Si puedes encontrar una justificación moral dependerá si lo miras desde el punto de vista de la madre o del hijo.

Pero hay muchas madres que me dicen no, no, es imposible, yo antes de abandonar a un hijo me moriría. No podría cruzar el charco y abandonarle.

- En la novela es muy interesante la historia de las dos mujeres que al final pueden respetarse, pero no hay perdón. En un momento en que nos bombardean con que hay que perdonar para ser feliz, crecer emocionalmente y seguir adelante… es muy interesante su propuesta de que se puede amar sin necesidad de perdonar

- Es lo que yo vi con mis hermanas. Ellas habían desarrollado como adultas una relación distinta con mi madre. De hecho ellas nunca habían perdonado a mi madre por haberlas abandonado. La falta de perdón no significa exactamente un rechazo o falta de amor, es sencillamente la falta de perdón del niño. Ellas no pueden perdonar y tienen que empezar la relación en un nuevo punto.

Sólo en las películas se dan los finales felices en que se reúnen se abrazan, se olvida todo y se comen perdices.

El perdón y la traición no es algo psicológico, es algo emocional no lo puedes quitar de tu corazón y empezar de nuevo.

Para mí eso era un tema difícil porque por ejemplo no he perdonado a una serie de personas en mi vida y me siento mal por ello. Pienso por un lado que igual tengo una especie de deficiencia o discapacidad moral.

Tal vez soy demasiado obstinada… pero por otro lado pienso que hay personas a las que no debes perdonar porque simplemente ya no confías en ellas y siempre quedará ese poso de desconfianza…

Creo que lo de perdonar nos lo han dicho tantas veces que es algo que debes hacer. Es como si uno mismo casi se sintiera como un dios, la persona a la que tú perdonas queda como exenta de culpa, queda liberada…

No sé, igual soy yo… pero la verdad es que conozco muchas mujeres que no perdonarían jamás de los jamases a sus maridos y la realidad es que su perdón no mejoraría a sus maridos. Seguirían siendo unos estúpidos.

- En el libro describe muy minuciosamente el mundo de las cortesanas y la preparación e iniciación que reciben para complacer sexualmente a los hombres. ¿Cómo realizó la investigación?

- Investigué muy en profundidad, tuve que acceder a mucho material y se convirtió casi en una obsesión porque yo pensé que esa podía haber sido la vida de mi abuela. Y tenía que saber cómo podía haber sido esa vida.

Al principio, para mí era muy difícil pensar en sexo, pero al final me di cuenta que era necesario incluir ese aspecto, no sólo porque es parte de la historia del libro, sino porque también era uno de los aspectos más incómodos a la hora de pensar en la vida de mi abuela.

Incluso era más incomodo la idea de pensar en que tal vez amó al hombre que me dijeron que la había violado y que la historia de la violación fue un invento, porque eso sería menos vergonzoso para ella que admitir que era una cortesana que se había quedado embarazada.

De hecho hay muchas pruebas que demuestran que seguramente habría habido una historia de amor entre ellos.

- ¿El amor y la violencia es una mala combinación?

- Yo soy una mujer moderna y vivo en un mundo moderno donde no es aceptable esa combinación. Pero en otras épocas no era así y la pregunta que debemos hacernos es si las mujeres no lo aceptaban porque era algo aceptado por la sociedad.

En esa época, qué tipo de mujer hubiera podido decir que no, esto no es correcto... Bueno mi madre lo hizo, de hecho pensaba que no era nada correcto en absoluto y creo que si hubiera podido hubiera matado a su primer marido. Pero de hecho fue él el que intentó matarla a ella.

- La China que aparece en sus novelas es la China de antes del triunfo del comunismo

- Es la China de antes de 1949, es la China y el mundo que vivieron mi abuela y mi madre. Las circunstancias que conformaron sus vidas estuvieron marcadas precisamente por esa época y no por la China comunista.

- ¿Cree que la China comunista borró esa época?

- Creo que hubo mucho idealismo y lo sé porque mi tío se convirtió en líder comunista. Él ascendió hasta secretario general de trabajo. Explicaba su motivación por cambiar las cosas, había visto cómo la sociedad maltrataba a su madre.

La gente piensa que había en esa época mucho idealismo que después se ha ido perdiendo. Pero una de las cosas buenas que trajo es que después de la llegada del comunismo las mujeres tuvieron derechos y pudieron divorciarse. Desaparecieron las concubinas.

- Y cree que los males de esa época vuelven con el crecimiento económico.

- Es un patrón que forma parte de la revolución a lo largo de la historia. El surgimiento de una nueva clase que con el tiempo se va haciendo cada vez más rica y aparece la corrupción. Mientras, el resto de la población sigue en la pobreza.

Pero hay algo distinto entre el periodo actual y ese periodo y es que la gente tiene acceso a móviles, a Internet y a la televisión. La gente está informada, ve la televisión y ve imágenes y conocen las diferencias.

Incluso en los pueblos más recónditos llega la información. Las cosas han cambiado; en las zonas rurales los hijos abandonan pueblos para ir a trabajar a las fábricas en las ciudades. Hoy ya no hay asistencia sanitaria, salvo lo más básico. A partir de los 12 años ya no hay escolaridad obligatoria.

La situación es bastante difícil en comparación con lo que había sido en el primer momento con la idea del comunismo.

- ¿Cómo ve la transformación de China desde el punto de vista de una persona de orígenes chinos?

- Yo efectivamente soy americana y me siento americana con una familia de raíces chinas. Por tanto el concepto de familia para mí es muy importante y eso es una gran diferencia respecto a la mayoría de los americanos. Al observar a otras personas, muchas veces pienso eso en una familia china nunca pasaría.

Respecto a la transformación voy a dar una opinión muy personal, no es la visión de un experto.

Creo que la riqueza o la promesa de la riqueza tienen el valor de cambiar muchas cosas, como por ejemplo los valores de la familia. Y lo sé porque en mi propia familia china ha pasado.

Un familiar nos traicionó y vendió una casa que pertenecía a nuestra madre, se guardó el dinero y no nos lo dijo. Luego lo intentó justificar.

Fue una sorpresa, no por el dinero, que no importaba tanto, sino por el hecho en sí y además que afectaba a mis hermanas, que habían tenido una vida muy dura en China.

Yo descubrí que se consideraba algo normal y que incluso daban clases en China en que se explicaba a la gente cómo hacer este tipo de cosas. Y esto es algo que me parece extraño y que simplemente se basa en la codicia.

Un amigo mío, que vive en China, explicaba que la percepción es que hay muchas oportunidades por ahí de enriquecerte, y a veces puedes parecer imbécil si no las aprovechas.

- ¿Diría que China vive una época de codicia o de fiebre del oro?

- No me gustaría generalizar pero sí que creo que hay mucho de ello y la verdad es que sorprende mucho está transformación tan generalizada.

No sé, igual piensan que como han padecido tantos sufrimientos anteriores, como la Revolución Cultural, ahora tienen derecho. La naturaleza humana…

- ¿En qué proyectos está trabajando?

- Estoy trabajando en una novela que llevará por título “La memoria del deseo”, y cuando hablo de “deseo” me refiero al deseo por muchas y diferentes cosas. Puede ser el deseo carnal, el deseo de amor, de respeto o incluso el deseo de una casa. Yo creo que cuando una reclama una casa, de alguna manera reclama también amor.
Confío en pueda estar acabada en un par de años.

(Dolores Rodríguez, Asia Red)