Crítica de FlamencoMaría cantó, con una gracia exquisita, tocó las castañuelas con virtuosismo, recitó un maravilloso texto con un sentimiento superlativo y no podíamos apartar nuestros ojos de ella. No sólo la oímos con los ojos, la oímos con nuestros sentidos pendientes de su arte.
Dramaturgia: El Arbi El Harti.
Intérpretes: María Pagés (baile), Ana Ramón y Juan de Mairena (cante), Rubén Levaniegos (guitarra), Sergio Menem (violonchelo), José Barrios (palmas) y David Moñiz (percusión).
Lugar y fecha: Festival de tardor de Catalunya Temporada alta. Teatro Municipal de Girona (06/12/14)
Óyeme con los ojos, esa frase de sor Juana Inés de la Cruz, siendo un contrasentido, es acertada para dar nombre al magnífico espectáculo que estrenó el sábado María Pagés en el Temporada Alta. Una auténtica rebelión para nuestros sentidos.
Y, naturalmente, bailo. Bailó el silencio, bailó: con el buen cante de Ana y Juan –magníficos en un mano a mano por fandangos choqueros-, con la limpia guitarra de Rubén –auténtico maestro de la sonanta-, con el buen hacer del violín y el violonchelo. Bailó demostrando como siempre que es una artista extraordinaria, sin duda tiene los mejores brazos del flamenco.
Hubo momentos del concierto en los que el público no se atrevía a aplaudir por miedo a interrumpir tanta belleza.
En esa rebelión los sentidos se intercambiaron tareas creando en la audiencia una apabullante sensación de gozo. Si con los ojos escuchamos el sentir de María en su baile, con el oíd captamos cómo cante y música envolvían su poética gestualidad mientras ella aliviaba la tensión emocional con acertadas pinceladas de humor inteligente, especialmente en unos tanguillos gaditanos insuperables.
El final del espectáculo fue perfecto: contra lo habitual, un tema suave y sensible, un bello remanso de paz, acompañó a maría en el mutis final.
En una palabra. Genial.
(La Vanguardia)