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En la teoría todo va bien (José Ramón Blázquez)

Consultor de comunicación

"Un día me iré a vivir a la teoría, porque en la teoría todo va bien...”. Así comienza Marc Levy su más reciente novela Ella y él, insinuando su reproche a la burbuja de los enunciados simples frente a la crudeza de la realidad concreta y la dificultad de las soluciones posibles y solventes. La candidez intelectual es la pose de los nuevos partidos para presentar su tarjeta de inocencia ante la crisis aún latente y distinguirse de la política previa a su llegada, la que ha empobrecido a la gente y aumentado las desigualdades sociales. Es su baza y su ventaja, pero no es mérito ni excusa ante la gestión de lo que viene. Viven en la teoría y viven cómodos, por ahora.

Las elecciones del 25-S en Euskadi plantean la posibilidad de que se produzca una alternancia en el Gobierno vasco en favor de Podemos, solo o en coalición, desbancando al PNV del liderazgo del país, en el caso de que los resultados de los comicios estatales de diciembre del pasado año y de junio del presente se repitiesen localmente. No es una quimera, porque los datos avalan esta opción y hay un atisbo de cambio sociológico que ahora, en las urnas vascas, ha de pasar su reválida. Los dirigentes de la coalición Elkarrekin-Podemos han declarado que aspiran a gobernar en solitario y se abren a pactar con socialistas y EH Bildu, una pirueta complicada pero factible. En teoría, donde todo va bien, hasta que se tope con la realidad.

La alternancia en el poder es consustancial a la democracia. Y ocurre cuando una mayoría social percibe la necesidad de un cambio por descontento con la situación presente. ¿Por qué no va a poder darse ahora una sustitución del PNV? En 2009 se realizó de forma tramposa e ilegítima, tras un tiempo de engaños y la extirpación del cuerpo electoral, por ilegalización calculada, del sector de la izquierda abertzale, lo que facilitó el acceso de Patxi López a la lehendakari-tza con el abrazo del PP. Si entonces fue una chapuza, ahora podría darse limpiamente, si cuentan todos los votos y el pueblo vasco determina que es hora de dar nuevas oportunidades de gobierno. No hay problema. La cuestión es que no existe un clamor social, ni masa crítica para esta mudanza.
- Euskadi no es España.

El problema es que, por mucho que se niegue, Euskadi es diferente a España. En política, como en tantos otros ámbitos. Podemos se equivoca al situar los comicios, ahora en clave vasca, en parecidos términos que los planteados en el Estado. Hay un abismo de diferencias entre los resultados y las actitudes del Gobierno presidido por Iñigo Urkullu y la gestión y el estilo de Mariano Rajoy. Aquí no hay un Gobierno atravesado por la corrupción, como en Madrid. Aquí no hay un partido a punto de ser imputado por graves delitos, como el PP. Hay una situación económica mucho mejor. Hay menos paro. Hay más coberturas sociales, que Pablo Iglesias pone como ejemplo a seguir. Tenemos problemas acuciantes, ciertamente; pero no hay reproche de mala administración. Por el contrario, se aprueba por amplia mayoría. Aquí se pacta, se dialoga, hay una cultura política más rica que en España, fruto de nuestra mayor diversidad y pluralismo político. No existe, en suma, una demanda de cambio como ha ocurrido en España y que ha fracasado por divisiones y ambiciones diversas. No se ve por ninguna parte una corriente anti-PNV sólida y consistente más allá de que ningún partido pueda presumir de invencible, lo cual no quiere decir que no haya muchos vascos que querrían otro Gobierno sin el PNV al frente; pero no lo señalan como prioridad, ni piensan que sea indispensable.

Los líderes de Elkarrekin-Podemos se equivocan al considerar que las elecciones del 25-S son para echar al PNV de Ajuria Enea. Hasta su candidata fallida, Garbiñe Biurrun, desmintió que este fuera el objetivo de la coalición, al igual que su nueva cabeza de cartel, Pili Zabala, para quien el derribo antinacionalista no está entre sus urgencias. La operación anti-PNV es una obstinación, quizás por impericia, de la secretaria general de la formación, Nagua Alba, y también del responsable estatal, Pablo Echenique. Estar “en condiciones de superar al PNV” no es más que un artificio de campaña, porque no se sostiene sociológicamente. Tiene argumentos numéricos a su favor -los de las elecciones generales-, pero se equivoca en su proyección local. Pero ya digo, en la teoría todo va bien.

Podemos trae un mensaje renovador y grandes ilusiones; pero no lleva consigo un programa definido ni siquiera en los asuntos sustanciales. Está en construcción. Ahí está la señora Zabala aprendiendo poco a poco los rudimentos básicos de la política y la comunicación de masas, por lo que merece respeto y un plazo suficiente para que vaya cogiendo el tranquillo. Es respetable su ingenuidad y su buena voluntad, pero al Parlamento vasco, si allí va a liderar su proyecto, deberá llegar aprendida. Y con más respuestas concretas que teóricas.

- ¿Qué alternativa?

Todo parece estar abierto para después del 25 de septiembre. Según las encuestas, la formación jeltzale obtendrá una representación parlamentaria superior a la de sus oponentes; pero falta por saber con quién podría constituir un Gobierno estable. El más probable es el que resulte de la suma del PNV con el PSE; pero no sabemos si los socialistas escaparán de su crisis de identidad y detendrán la sangría de votos que comenzó con la gestión de la crisis emprendida por Zapatero y la irrupción de Podemos. Hay demasiadas incertidumbres sobre el partido de Idoia Mendia como para asegurar una legislatura controlada. Por tradición y cierta lógica, el acuerdo PNV-PSE es el más adecuado aunque menos ambicioso, pero para mí no resulta el más deseable, porque Euskadi necesita un horizonte de futuro que lo libere del lastre de España, nuestro verdadero problema. Un acuerdo así tiene aroma a pasado y naftalina.

¿Cabe una suma numérica y programática entre Elkarrekin-Podemos y EH Bildu que desbanque al PNV? Es posible y seguro que cuenta con muchos partidarios. La contradicción entre lo estatal y lo nacional vasco, más allá de los proyectos sociales y económicos, es profunda, por muy favorable que se defina la formación morada hacia del derecho a decidir que, se me antoja, más teórico que real y que saltaría por los aires el hipotético día en que esa potestad se pudiera ejercer. La izquierda fue siempre tan experta en retórica como incumplidora de sus poéticas teorías, incluso cuando se facultó en regímenes totalitarios. La libertad es más fuerte que el miedo.

Es visible que a Elkarrekin-Podemos le falta un hervor democrático y la demostración de su solvencia política en los gobiernos. Su previsible unidad con la izquierda abertzale quebraría al partido de Iglesias en España y esquilmaría el tejido industrial vasco. No parece un horizonte que contribuya a hacerlo atractivo a los ojos del electorado. Es en lo social donde está el máximo interés de la gente, el epicentro vital, por lo que el próximo Gobierno vasco deberá incrementar el peso de la economía social, la calidad y eficacia de los instrumentos de solidaridad y la creación de oportunidades para nuestros jóvenes. Se nos van irremediablemente. Hay mucho que hacer como para aventurarnos en quienes apenas traen livianas teorías donde vive acomodado.

Es conveniente, en mi opinión, que el PNV explore acuerdos institucionales y de gestión estratégica con EH Bildu. Hay que abandonar los oxidados conceptos de derecha-izquierda para penetrar en la reforma del sistema que, además, de profundizar en la cohesión social y en una economía de raíz humanista, actualice el modelo de EITB (porque no hay futuro sin una comunicación abierta y pública, liberada del condicionamiento de los medios privados), la cualificación de nuestra sanidad y educación, el problema de la cooperación territorial, la eficiencia administrativa y el envejecimiento de la población, esta sí, una urgencia absoluta. Va a resultar, mire usted por dónde, que Podemos no es necesario en Euskadi, pues solo va bien en la teoría.

(Deia)