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La gran victoria de Mandela (La Vanguardia)

Hace 25 años, apostó por el rugby como instrumento para la reconciliación y la unidad de los sudafricanos

Ayer se cumplieron veinticinco años de la final de la Copa del Mundo de rugby que enfrentó a Sudáfrica y a Nueva Zelanda y que ganaron los Springboks. En el 2009, Clint Eastwood dirigió la película Invictus a partir de la novela del periodista John Carlin, colaborador habitual en estas páginas, que recoge ese acontecimiento histórico en el país sudafricano. Invictus es un retrato de la figura de Nelson Mandela, de un deporte practicado y seguido por millones de personas en todo el mundo y de un país que necesitaba que algo o alguien cerrase las heridas por las que aún sangraba.

En 1995, Sudáfrica era la organizadora del Mundial de rugby, algo casi milagroso teniendo en cuenta que se trataba de un país que, aunque había abolido el apartheid en 1992, aún vivía en pleno conflicto racial. La selección nacional era un símbolo del poder blanco y en ella solo había un jugador negro. Los seguidores de los Springboks eran en su inmensa mayoría blancos y muy críticos con Mandela, quien había llegado a la presidencia del país el año anterior. Madiba, como era conocido popularmente, se dio cuenta de que el deporte era un instrumento ideal para unir a los sudafricanos. Y no se equivocó.

Tras reunirse con el capitán de la selección, François Pienaar, lograron convencer a todos los miembros del combinado nacional para recorrer el país el año antes del Mundial y dar clases de rugby a los niños negros de las regiones más desfavorecidas. Ello le supuso a Mandela muchas críticas de sus votantes negros e incluso de su partido, el Congreso Nacional Africano, que odiaban a los Springboks y lo que representaban. Pero él se mantuvo firme en su idea de reconciliación usando para ello la Copa del Mundo.
A partir de ahí la historia ya es conocida. El deporte quiso ayudar a Mandela, y Sudáfrica, que a priori no tenía ninguna posibilidad en el torneo, fue ganando partidos hasta llegar a la final el 24 de junio de 1995. Y en ella, tras una prórroga de infarto, venció a Nueva Zelanda (15-12). Las imágenes del estadio Ellis Park de Johannesburgo coreando “Nelson, Nelson” y enarbolando la nueva bandera constitucional sudafricana ratificaron que Mandela tenía razón. La frase del capitán Pienaar refleja a la perfección el momento: “No hemos ganado para los 60.000 aficionados del estadio, sino para los 43 millones de sudafricanos”.

Tras 27 años en la cárcel, Mandela había recobrado la libertad sin rencores y pensando solo en reconciliar al país. Hizo que los Springboks fueran la selección de todo el país y por ello su victoria fue la de todo el país. Mandela había logrado también que incluso sus opositores blancos le reconocieran como presidente. Quizá aquella Copa del Mundo de rugby fue una de las mayores contribuciones del deporte a la política.

Muchas cosas han cambiado en Sudáfrica y muchas más quedan aún por hacer para una igualdad racial total, pero la gran victoria de Mandela en 1995 fue un paso decisivo en esa dirección.

(La Vanguardia)